Entrevistamos a Petras para ahondar en sus opiniones sobre la crisis del capitalismo, los límites del progresismo y el futuro de algunas experiencias de centro izquierda en Latinoamérica.
            Carlos Aznarez
El  intelectual norteamericano James Petras participó recientemente del  Foro “Civilización y Barbarie”, realizado en Serpa, Portugal. Allí  pudimos entrevistarlo y ahondar en sus opiniones sobre la crisis del  capitalismo, los límites del progresismo y el futuro de algunas  experiencias de centro izquierda en Latinoamérica.
Petras,  usted ha escrito últimamente sobre las limitaciones del progresismo a  la hora de gobernar en América Latina. ¿Cuáles son los aspectos que  critica de dichas experiencias?   
-Primero,  porque los medios de producción, léase fábricas, tierras, bancos, las  principales formas de generar la riqueza siguen en manos privadas, y en  un gran porcentaje ligados a capitales imperiales. Segundo, en general,  no han organizado a la clase trabajadora, obreros, empleados, pequeños  agricultores, de una forma que puedan ser protagonistas sobre la gestión  de la empresa o de los medios de producción. Y en tercer lugar, estos  gobiernos siguen en gran parte colaborando con las empresas  multinacionales en el sistema financiero.
Lo que sí han hecho es  algunas importantes subvenciones para los sectores más empobrecidos,  los desocupados, y en algunos casos han aumentado de forma progresiva  los salarios sobre la base de la miseria y pobreza del pasado. En este  sentido podríamos decir, sin dudas, que los más pobres han mejorado algo  en sus ingresos, o en el acceso a la Salud, pero finalmente las  estructuras económicas, los vínculos la “economía imperial”, no han  cambiado.
Lo fundamental es que a partir de la diversificación de  la economía mundial, más la inserción de Estados Unidos en el proyecto  guerrerista y militarista, han abierto un espacio importante para  América Latina, a fin de diversificar su comercio, sus asociaciones  económicas, tanto con Asia como con otras regiones del mundo. Eso  permite un margen de independencia, tanto en la política externa, como  en oponerse a las medidas imperialistas más agresivas o  intervencionistas. En este sentido, las cosas han mejorado con los  gobiernos de centro-izquierda.
Sin embargo, hay un factor muy  importante, y es que el protagonismo y la autonomía en la acción de las  clases populares ha sido limitado de una forma brusca. Este aspecto,  genera una gran debilidad, porque mientras tanto el capitalismo sigue  creciendo a partir del boom de los comodities, porque si  se reparte con cuentagotas abajo, la gran parte se concentra arriba de  la pirámide. Esto produce un lento proceso de derechización en varios  países, se va más hacia el centro que hacia la izquierda.
-En  otras décadas no muy lejanas, la izquierda se planteaba avanzar hacia  el socialismo, y ahora, muchos de esos militantes, han podido arribar a  ocupar cargos del gobierno, y se produce un hecho muy notorio: ya no se  habla del socialismo y se le plantea a las masas que “se está haciendo  lo posible” porque no son momentos para lo deseable. ¿Estas definiciones  esconden resignación o implican un análisis correcto de la realidad?
-Tenemos  que tener en cuenta que cuando asumen el poder los gobiernos de  centro-izquierda, el capitalismo era un sistema quebrado. En ese  momento, todo era posible, incluso hasta una transformación hacia el  socialismo. No nos olvidemos que los bancos estaban fundidos, las  empresas cerradas o con sus dueños huyendo de sus responsabilidades, la  agricultura estaba en situación de caos, etc.
En el comienzo de  la década existía una situación económica posible para cambiar las  estructuras sociales muy profundamente. Ahora, pasado el tiempo y con la  expansión económica, esta ola de transformaciones han sido debilitadas  por diversos compromisos.
De todas maneras, yo creo que el  compromiso de revertir este momento de transformación, han generado un  costo. Por ejemplo, en Ecuador, Rafael Correa está pactando con las  petroleras y las mineras a cielo abierto. En Argentina, con los  Kirchner, se ha mantenido un equilibrio en función de grandes ganancias  del sector capitalista, tanto financieros como exportadores.
El  excedente que la economía actual está generando, permite  nacionalizaciones del sector financiero, del sector agroindustrial, para  que la gran masa de trabajadores pueda compartir este boom, y no seguir  recibiendo sólo gotas de las grandes ganancias que se están acumulando.  La división internacional del trabajo en que las economías de América  Latina se están beneficiando, es muy precaria, porque siguen dependiendo  en gran parte de las exportaciones primarias: granos, metales, etc.
Y puede pasar, que de un día para el otro el boom chino,  pueda desacelerarse. Además, como contrapartida de comprar las materias  primas, China está copando los mercados latinoamericanos, creando un  gran desequilibrio económico. Esto implica que no se pueda proyectar la  división del comercio actual hacia el futuro. Hemos visto en el pasado  que los comodities, las materias primas, crecen, pero en determinado  momento se produce un decaimiento o cierta lentitud, y los países se  quedan colgados. Por eso es muy peligroso contar con la continuación de  este proceso porque abre una vulnerabilidad tremenda.
-De  todas maneras, se da el caso de procesos progresistas como el que vivía  Honduras antes del golpe, donde las reformas encaradas por Manuel Zelaya  y su política de alianzas, generaron una pronta reacción de sus  enemigos internos y externos. ¿Qué es lo que no tolera el imperialismo  de estas experiencias de gobierno que no se autodefinen como  revolucionarias?
-El Imperio  lo quiere todo. Quiere dominar el comercio, las inversiones, fijar las  normas políticas, las relaciones internacionales, y siempre operan con  la idea de monopolizar el poder y la economía. Ellos tienen tres  políticas en ese sentido: aislar a los más desafiantes, mediatizar,  negociar o buscar flancos débiles con los sectores de economías más  diversificadas pero capitalistas, y por último, fortalecer a quienes  están naturalmente en posiciones subordinadas hacia el Imperio.
Eso  se puede ver actualmente en las relaciones con México, Perú, Colombia y  por supuesto Honduras.En lo que hace a negociación y colaboración, está  el caso argentino. Y luego, poner a Chávez como el enemigo principal, y  a la vez buscar debilitar Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
   
-¿Y Cuba?
-Cuba  es siempre un enemigo estratégico, por el hecho de sostener una  Revolución, y mantener una política de independencia en las relaciones  internacionales. Sin embargo, el Imperio presiona para ver en que grado  pueden empujar a Cuba a abrirse hacia el capitalismo.
Veo la  obsesión de EEUU con Cuba por el hecho de que no tiene palancas sobre el  Estado. El Estado está fuera de su alcance. En cambio, con los  gobiernos de centro-izquierda tienen influencias todavía, en el  Ejército, en la administración civil, en la Justicia, entre los sectores  financieros. No es es un proceso cerrado a la penetración, y por eso el  imperialismo trata de fortalecer a sus aliados para avanzar, como es el  caso de Mauricio Macri en Argentina, o Santa Cruz en Bolivia, que era  un baluarte de la derecha.
No les gusta de Evo Morales, su influencia en las bases populares que son capaces de revertir un proceso.
-¿Qué escenario se puede abrir en Argentina, después de la muerte de Néstor Kirchner?
-Es  difícil saber en qué grado la derecha podría gestar una revancha, ya  que existe y tiene lugar preponderante en la economía y en los  agronegocios. Sin embargo, creo que mucho dependerá de la capacidad de  Cristina de buscar organizar nuevas estructuras organizativas que  respondan más a las aspiraciones populares.
Las reivindicaciones  de los Kirchner no tienen una base estructural: es cierto que han  aumentado salarios, han elevado el seguro social, han hecho concesiones a  diferentes sectores, pero la estructura económica sigue fortaleciendo a  la derecha. Paradójicamente, con el crecimiento económico se está  ayudando a consolidar a los sectores que en algún momento pueden atacar y  desestabilizar este proceso.
Veo a la clase dominante económica  jugando al mal menor. Mientras existía la gran turbulencia y las  movilizaciones, apostaron por Duhalde y luego por Kirchner. Cuando  Kirchner tenía el poder, trataron de influirlo para ser más moderado.  Ahora seguirán este último camino, tratando de que la balanza se incline  en algún momento más hacia posiciones de centro derecha. No necesitan  un golpe, porque el proceso argentino no es orgánico, hay una serie de  feudos dentro de la estructura kirchnerista que no son confiables.
Mientras  Néstor Kirchner vivía, tenía poder para controlar, expulsar, castigar a  estos sectores, pero eso fue muy coyuntural. Ahora todo eso está en  juego. Las riendas están flojas, y en esa situación vamos a ver una  lucha intestina, para ver quienes serán los más beneficiados de este  proceso, si los sectores populares o los que esgrimen planteos  centroderechistas.
Pero no creo que el proceso pueda ir muy  hacia la derecha y menos que se produzca un golpe, ya que hay mucha  organización sindical y una historia de resistencia y lucha importante.  Vuelvo a insistir, todo dependerá de cómo se pare Cristina frente a este  nuevo escenario.
 
 
                           
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