 
                Song designa a la dinastía de banqueros esclavistas
 Rothschild (The Financial Times dixit),  vilipendiados de acaparadores y manipuladores tanto del mercado del oro  como de las divisas, como los verdaderos controladores del  megaespeculador George Soros, quien deambula con travestismo de filántropo
 y acaba de proferir que el alza del metal amarillo constituye “la última burbuja (The Epoch Times, 15/9/10)”, de la que, por cierto, ha sacado pérfidamente provecho.
Hechos: en su abrasiva carta financiera Thunder Road Report (No. 19), el británico Paul Mylchreest, aconseja abrigarse con oro y plata con el fin de escaparse de la cueva de Platón
  desde donde solamente se perciben espejismos de la economía y las  finanzas, dos actividades más desacopladas que nunca, como no consiguen  entender los (s)ociólogos y contadores del paleolítico inferior que no  saben nada de ninguna de las dos.
Por cierto, México es el segundo productor mundial de plata, detrás de Perú, aunque se la lleven masivamente las mineras de la anglósfera ante la complacencia del Ejecutivo neoliberal y la displicencia del disfuncional Congreso.
Más allá de las consabidas manipulaciones de los precios del oro y la  plata, de lo que ha hecho una vida la feroz organización The Gold  Anti-Trust Action Committee (GATA, por sus siglas en inglés), Mylchreest  sentencia en forma dramática que nos encontramos en la tercera  guerra del oro desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos (EU) y  otros países e instituciones occidentales, notoriamente el FMI,  perdieron la primera en los años 60 tardíos del siglo pasado ante los  franceses, y la segunda en los años 70 tardíos con los países árabes
.
No estamos de acuerdo en las efímeras efemérides de una década –que  se quedan alejadas de los epílogos reales– con los supuestos vencedores
  (franceses y árabes) de las previas dos guerras del oro, pero la visión  presente de Mylchreest sirve de barómetro para percatarse de la  dimensión geoestratégica de la onza de oro que está a punto de penetrar  la barrera histórica de mil 300 dólares (por cierto, pronóstico  indeleble de Bajo la Lupa desde hace seis primaveras).
Si Mylchreest se basa en el deambular durante una década del precio aurífero, sus asertos son muy discutibles, ya que en la primera guerra del oro
  no solamente el general De Gaulle fue derrocado por el movimiento  estudiantil de 1968, sino que EU se repuso cuando Nixon abandonó en 1971  los acuerdos de Bretton Woods de paridad fija del oro con el dólar, lo  cual diluyó el valor del metal amarillo con papel-chatarra y mediante la  técnica muy teledirigida de la flotación
 por los centros financieros anglosajones.
De igual manera, la segunda guerra del oro
 –empujada por el choque del petróleo
  y las apuestas en favor del metal amarillo por Deutsche Bank– fue  escamoteada con la deliberada hiperinflación del dólar por Paul Volcker  (antecesor del israelí-estadunidense Alan Greenspan en la Reserva  Federal).
Mylchreest se basa en documentos desclasificados
 del Departamento de Estado para demostrar  cómo en tales ocasiones (nota: en las dos guerras previas del oro) las  autoridades de EU creyeron que podían desafiar la gravitación económica  hasta el momento en que fueron rebasados por los eventos, cómo  falsificaron (¡super-sic!) datos económicos para sostener al dólar y  cómo negociaron arreglos secretos (sic) para impedir que otros países  compren oro
.
Ahora entendemos la inexplicable
 repulsión al oro y a la plata del BdeM ordenada por EU.
Mylchreest aduce que hoy la tercera guerra es encubierta (¡supersic!)
,  ya que “conspicuas ventas de oro físico han sido mayormente sustituidas  por ventas de papel-oro en forma de futuros, derivados financieros,  opciones, oro sin localización (¡supersic!) etcétera.
Nada nuevo bajo el sol de la desregulada globalización financierista:  los mismos especuladores financieros hacen lo idéntico que con el papel-petróleo
,  es decir, la venta con papeles sin posesión de petróleo que no puede  ser entregado físicamente debido a la descomunal desproporción  especulativa entre la oferta física y la demanda virtual –lo cual  abordamos en nuestro libro agotado Los cinco precios del petróleo (Editorial Cadmo & Europa, Buenos Aires, 2006).
Aquellos que deseen profundizar sobre el oro físico sin custodia localizable, es decir, virtual, sugerimos la lectura de Las instituciones suizas preguntan: ¿dónde está el oro
 (Ron Holland, The Daily Bell, 18/9/10).
Mylchreest se emociona que el velo haya sido levantado y que la charada (¡supersic!) entera haya empezado a desmoronarse
 cuando Francia y los países árabes han sido remplazados por el gigante chino, un oponente más temible
, cuyo gobierno promueve la tenencia de oro y plata por sus ciudadanos.
Laurence Williams, del portal MineWeb (4/5/10), se extasía con los hallazgos de Mylchreest: la guerra se libra ampliamente con papel-oro, y no con oro físico, mediante futuros y opciones
 (léase: los ominosos derivados financieros
); afirma que la guerra es encubierta
, y mientras EU (sumado del FMI y el restante del G-7) impide el alza del oro, China compra a  la baja, a cualquier precio y en forma subrepticia desde hace seis  años, ocultando el incremento de sus reservas de oro mediante una cuenta  que no reporta al FMI como reserva oficial de oro
.
Williams refiere un artículo en The Daily Telegraph (7/9/09) de Ambrose Evans-Pritchard, prominente portavoz de la City, quien reportó un breve (sic) encuentro
 con Cheng Siwei, anterior vicedirector de un importante comité del Partido Comunista Chino.
Cheng le hubo declarado a Evans-Pritchard que China perdió  fundamentalmente (sic) confianza en el dólar y pensaba trasladarse a un  estandar parcial del oro mediante la acumulación de reservas en forma  cautelosa para no disparar su precio
, mientras diversifica sus divisas a yenes y euros.
Conclusión: tan no resultaron vencedores
 los franceses y los  árabes en la primera y segunda guerras del oro, que los mismos  proponentes de la tercera proclaman con evidencias que EU, el FMI y el  restante del G-7 manipulan y controlan su precio más que nunca.
A juicio de Song, la dinastía de banqueros esclavistas
 Rothschild epitomiza el control y la manipulación de las divisas y el oro.
Sin la guerra del oro de por medio, solamente el binomio Rothschild-currency wars (guerra de divisas
)  aporta al día de hoy 192 mil entradas en Google, motivo de escrutinio  para aquellos que en verdad deseen indagar (no los vulgares y perezosos  wikipedistas de pacotilla).
La guerra del oro, verdadera batalla de titanes y matriz operativa de  las guerras de las divisas, apenas empezó y será de reservado  pronóstico sanguinario dada la legendaria letalidad de los Rothschild y  su marioneta George Soros. Porque tampoco hay que perder de vista que  desde el 18 de junio de 1815 en Waterloo, la dinastía de banqueros esclavistas
 Rothschild lleva ganadas todas las guerras del oro y las divisas.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario