El FMI, uno de los organismos más siniestros del sistema capitalista, se alarma ahora de que la crisis haya provocado 30 millones de nuevos desempleados, pero exige a Zapatero ajustes aún más duros.
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“La crisis financiera no sólo no ha terminado, sino que ha  generado una crisis de empleo (…). Esta crisis, la más grave de todas,  ha dejado un desierto de desocupados sin parangón.” Esas palabras,  dichas durante la Conferencia sobre Empleo en Oslo días atrás, no la  dijo ningún sindicalista airado ni ningún líder de izquierda radical.  Paradójicamente las dijo alguien que mucho tiene que ver con las  políticas duras de ajuste y con la imposición a países en crisis de  draconianas medidas de alto costo social, alguien que precisamente  pregona por doquier las bondades de la flexibilización del mercado  laboral. O sea, del despido. Porque el que las pronunció fue nada menos  que el mismísimo director de uno de los organismos internacionales de  más siniestra historia, el jefe máximo del Fondo Monetario Internacional  (FMI), el socialista francés Dominique Strauss-Kahn.
En presencia  de mandatarios europeos y representantes de la Organización  Internacional del Trabajo (OIT), Strauss-Kahn dijo preocupado que la  situación del mercado laboral mundial era “catastrófica” y advirtió de  los peligros de una “explosión social”.
Como si de una maldición  caída del cielo se tratase, el FMI y la OIT, conjuntamente, descubrieron  ahora que la crisis mundial desatada en 2007 a partir de la crisis de  las subprime en Estados Unidos, ha generado 30 millones de desempleados  nuevos en el mundo, que se suman así al ejército de 180 millones de  desocupados ya existentes.
Y han hecho los cálculos. Tomando en  cuenta el aumento demográfico y el crecimiento anual de la población  activa, unos 45 millones de personas, concluyen que en un plazo de diez  años podría haber 440 millones de desempleados “si no se resuelve el  problema”. 
¿Y quién se supone que debe resolver el problema? Cual  entidad ajena al origen del problema, el FMI tira la pelota a los  líderes políticos del mundo. “Tienen que hacer el máximo esfuerzo”, les  dice.
Strauss-Kahn, ministro de Comercio Exterior primero y luego ministro de Economía de Francia, en los años ’90, luchó en 2007 por ser el candidato presidencial del Partido Socialista francés, pero los militantes eligieron en las elecciones internas a Segolène Royal. Strauss-Khan no ha abandonado por ello su proyecto de volver a la política francesa por la puerta grande; sueña con suceder a Nicolas Sarkozy.
Strauss-Kahn, ministro de Comercio Exterior primero y luego ministro de Economía de Francia, en los años ’90, luchó en 2007 por ser el candidato presidencial del Partido Socialista francés, pero los militantes eligieron en las elecciones internas a Segolène Royal. Strauss-Khan no ha abandonado por ello su proyecto de volver a la política francesa por la puerta grande; sueña con suceder a Nicolas Sarkozy.
Para el presidente español, el socialista José Luis  Rodríguez Zapatero, Strauss-Khan es toda una referencia, es un gurú  cuyas opiniones respeta enormemente, y cuyos consejos sigue a rajatabla.  Pero, a pesar de que Strauss-Khan elogió meses atrás que Rodríguez  Zapatero hubiera hecho bien sus deberes al lanzar el mayor ajustazo de  un gobierno europeo ante la crisis, le reclama más, más y más. Es  insaciable.
El mismo Strauss-Khan, que ahora se siente horrorizado  por el “terrible costo humano” provocado por la crisis, es quien desde  hace meses presiona al presidente español para profundizar sus medidas  de ajuste, que tienen ….un terrible costo humano.
En la  Conferencia de Oslo, el director del FMI presentó a EE.UU. y a España  como los principales ejemplos de lo que va mal, y a Alemania, Japón y  Noruega como los países que menos han visto afectados su mercado  laboral.
Strauss-Kahn recordó que España es el país que sufrió el  mayor aumento del desempleo de todas las economías desarrolladas y adujo  que en buena medida esto se debía a su situación laboral. Faltaba más.  Los trabajadores, una vez más, son los que ponen estacas en la rueda de  la economía mundial. El FMI repitió en Oslo sus recetas para España.  Sostuvo que en España hay un 32% de trabajo temporal, porque los  empresarios no quieren hacer fijos a sus trabajadores dado el elevado  coste de los despidos. Por ello, según el FMI, hay que reducir las  cláusulas de protección del empleo de los trabajadores fijos a los  niveles mínimos que tiene la Eurozona (los 16 países que comparten el  euro como moneda única), medida con la que supuestamente se reduciría a  menos del 20% la contratación temporal.
La reforma laboral  aprobada en Septiembre    por el Gobierno español en solitario,  presionado precisamente por el FMI y el Banco Central Europeo, ya ha  reducido drásticamente la indemnización para los trabajadores fijos que  sean despedidos a partir de ahora por necesidades estrictamente  empresariales, pero tanto la patronal como el FMI todavía quieren que  sea más barata.
En sus fuertes concesiones a los empresarios, el  Gobierno de Rodríguez Zapatero incluyó una cláusula por la que los  patrones ya no tendrán que justificar como hasta ahora documentadamente  las razones por las que deciden despedir a trabajadores, ya que bastará  que “prevean” situaciones empresariales adversas.
El FMI también  advierte a España de la “inconveniencia” de aplicar una presión fiscal  aún mayor. Y lo hace cuando el Gobierno ya ha aumentado el IVA del 16%  al 18%. La advertencia no va dirigida precisamente para que evite  impuestos que afecten a sectores populares, sino para que no ceda a la  presión de los sindicatos y los partidos de izquierda, que le reclaman a  Rodríguez Zapatero que reimplante el impuesto a las grandes fortunas  que eliminó hace pocos años, para beneplácito de los ricos.
Tampoco  se ha atrevido el Gobierno español a cambiar la fiscalidad de las Sicav  (Sociedad de Inversión de Capital Variable), el rfugio que encuentran  las grandes fortunas para tributar prácticamente como mileuristas (los  que no ganan más de 1.000 euros mensuales).
A pesar de las duras  exigencias del FMI a España, y de las condiciones impuestas al Gobierno  griego del también socialista Yorgos Papandreu para recibir préstamos,  que han provocado masivas y violentas protestas populares, Rodríguez  Zapatero no tuvo empacho en decir recientemente que gracias a  Strauss-Khan, “el FMI dejó de ser percibido como algo terrorífico”.
Mientras Strauss-Khan decía estos días, por un lado, que había que  evitar que los ajustes impidieran cumplir con los Objetivos del Milenio  propuestos por la onU para reducir drásticamente la pobreza en el  mundo, por otro lado elogiaba a Rodríguez Zapatero por su ajustazo, que,  entre otras medidas, prevé reducir en 600 millones de euros el  presupuesto anual para Ayuda al Desarrollo. Ese recorte afectará  fundamentalmente a ayuda española en África y América latina, como parte  de su cumplimiento de los Objetivos del Mileno. 
Gerardo Díaz  Ferrán, aún presidente de la gran patronal, de la Ceoe, sepulturero de  Aerolíneas Argentinas y del Grupo Marsans, mostrando su gran  sensibilidad social, sugirió que el recorte no fuera de 600 millones de  euros sino de 2.500 millones.
Ante este panorama de ajustazos para  cumplir los dictados del FMI, del Banco Central Europeo y de “los  mercados”, los trabajadores de este Viejo Continente han decidido parar  fábricas, empresas y servicios el próximo día 29 para protestar  unificadamente.
En en el Estado español, como en el resto de la  Unión Europea, se suceden estos días las asambleas para decidir la  postura ante la huelga general convocada por las federaciones sindicales  nacionales y continentales. Mientras los trabajadores griegos y  franceses han salido ya varias veces a manifestarse en los últimos  meses, en el Estado español muchos temen que la excesiva buena relación  de las dos grandes centrales sindicales (CCOO y UGT) con el Gobierno  durante estos últimos seis años, la falta de gimnasia sindical  callejera, influirá negativamente. Ante semejante crisis del empleo,  muchos trabajadores temen represalias de sus patrones si se suman a la  huelga.
El 29 será por tanto un importante test sobre el nivel de ira de los trabajadores y sobre la relación de fuerzas sociales y políticas en el Estado español y en Europa en general.
El 29 será por tanto un importante test sobre el nivel de ira de los trabajadores y sobre la relación de fuerzas sociales y políticas en el Estado español y en Europa en general.
 
 
                           
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