Una  generación pasa rápido y nada menos que el vilipendiado banco de  inversiones israelí-estadunidense Goldman Sachs proyect a en su más  reciente pronóstico el irresistible crecimiento del BRIC (sigla de  Brasil, Rusia, India y China), que ocupará el primer sitial global en  las finanzas y la economía.
a en su más  reciente pronóstico el irresistible crecimiento del BRIC (sigla de  Brasil, Rusia, India y China), que ocupará el primer sitial global en  las finanzas y la economía.
 a en su más  reciente pronóstico el irresistible crecimiento del BRIC (sigla de  Brasil, Rusia, India y China), que ocupará el primer sitial global en  las finanzas y la economía.
a en su más  reciente pronóstico el irresistible crecimiento del BRIC (sigla de  Brasil, Rusia, India y China), que ocupará el primer sitial global en  las finanzas y la economía.Más allá de su repelente desprestigio muy bien ganado a pulso como un banco multigenocida (Bajo la Lupa, La Jornada,  2 mayo; 5, 25 y 30 de agosto de 2010), hay que reconocer que su jefe de  economistas, el británico Jim O’nelly, tuvo el buen tino de haber  acuñado la sigla BRIC, que probablemente empiece a expandirse a otros  relevantes países “emergentes”, como Sudáfrica (ver Radar Geopolítico, 5 de septiembre de 2010).
Goldman Sachs considera que, en términos de “capitalización de  mercado” (el valor bursátil del total de las acciones), China sola –sin  el BRIC– rebasará a Estados Unidos debido al crecimiento económico y a  la expansión de las inversiones en los próximos 20 años.
Solamente en lo referente al crecimiento económico, varios centros de  pensamiento estadunidenses adelantaron a 2015 sus vaticinios previos de  que China lo rebasaría en 2020, por lo que consideramos como muy  rezagado al pronóstico de Goldman Sachs.
El despegue del BRIC, concomitante a la caída del G7 (con la notable  excepción de Canadá) se debe, a nuestro juicio, a dos factores  fundamentales: el resurgimiento de la multipolaridad y la  desfinanciarización del modelo globalizador anglosajón –una  desglobalización de facto.
No hay que esperar tantos años ni menos una generación entera como  dispone Goldman Sachs, cuando –de acuerdo a otro reporte de la Comisión  de Comercio y Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas– en  su Prospecto de Inversiones de 2010 a 2012, es decir, en los próximos  dos años, tanto India como Brasil habrán superado a Estados Unidos como  principales destinos de las “inversiones extranjeras directas” (FDI, por  sus siglas en inglés).
Resulta y resalta que el BRIC será el principal destino de las FDI en  los próximos dos años, lo cual desplazará amargamente a Estados Unidos a  un cuarto lugar.
De todas maneras, el vaticinio ya muy polémico de Goldman Sachs tiene  la ventaja, pese a todo su sesgo primigenio, de perfilar correctamente  las tendencias, si es que no suceden accidentes de trayecto y, sobre  todo, no estalla una tercera guerra mundial, que trastocaría las  perspectivas ininterrumpidas, tan anhelada por ciertos círculos de  super-halcones a los dos lados del Atlántico Norte: específicamente la  banca de Wall Street y la City, como lo ha expuesto su propagandista  Ambrose Evans-Pritchard, desde su columna bélica del rotativo británico The Daily Telegraph.
En última instancia, como predicador de su propia iglesia bancaria,  Goldman Sachs sostiene un exagerado optimismo bursátil global para las  dos próximas décadas, que tendría un valor cinco veces mayor (a dólares  constantes), al pasar de los presentes 14 millones de millones de  dólares (trillones, en anglosajón) a 80 millones de millones de dólares.
En tal lapso, la participación del mercado bursátil global de los  llamados “países emergentes” pasaría del presente 31 por ciento a un 55  por ciento.
Más relevante aún, para no desviarnos de nuestro enfoque: el BRIC  participaría con un 41 por ciento, lo que expone su irresistible papel  dominante en la economía global.
China sola tendría una participación del 28 por ciento, cuando hoy  detenta un 11 por ciento frente a un minúsculo 1 por ciento de hace 10  años: es decir, en solamente 30 años China habrá pasado de 1 por ciento a  casi 30 por ciento en la participación del mercado bursátil global, lo  cual constituye una verdadera hazaña milenaria.
El ranking para los próximos 20 años de los principales  mercados bursátiles globales, según Goldman Sachs, sería en orden  descendente: China, Estados Unidos, India, Brasil, Japón, Rusia, Gran  Bretaña, Francia y Alemania.
Destaca que el BRIC se ubique en los primeros seis sitiales  bursátiles. Pero más que nada, se podría asentar nuestra hipótesis  operativa del “híbrido mundo multipolar” (título de nuestro mas reciente  libro por salir) que define la mezcla de un BRIC al alza y un G7 en  descenso.
Vale la pena un paréntesis dialéctico y didáctico, cuya omisión  parece convenir a los intereses misántropos de Goldman Sachs: si bien es  cierto que el ascenso y auge del BRIC es muy diáfano en cuanto a las  tendencias geoeconómicas se refiere, no es lo mismo respecto de su  despegue financiero, si hacemos caso al Índice de Desarrollo Financiero  de este año del Foro Económico Mundial de Davos, donde el BRIC es  todavía muy vulnerable y aparece en lugares muy mediocres frente al G7,  que todavía domina el mundo de las finanzas globales.
Los lugares financieros que ocupa el BRIC no corresponden a su  grandeza geoeconómica: China (lugar 26), Brasil (34), India (38) y Rusia  (40), frente a los primeros 12 lugares: Gran Bretaña, Australia,  Estados Unidos, Singapur, Hong Kong, Canadá, Suiza, Holanda, Japón,  Dinamarca, Francia y Alemania. Resalta que la anglósfera domina y  predomina el mundo financiero.
Esta clasificación del Foro Económico Mundial de Davos variará  dramáticamente conforme se desarrollen tres eventos: la caída libre del  G7 (con excepción de Canadá), la re-regulación y la desglobalización  (título de nuestro libro premonitorio de hace tres años).
Esta antítesis no la maneja a conveniencia Goldman Sachs, que sigue  apostando al subdesarrollo financiero del BRIC, por lo que ahora se  entiende la razón por la cual se frota las manos, al unísono de los “intermediarios (sic)  financieros” (léase la banca israelí-anglosajona), ante las suculentas  ganancias que espera en la próxima generación: 420 mil millones de  dólares solamente en “emisiones primarias” y en “comisiones en el  mercado secundario” –es decir, actividades meramente parasitarias– que  podrían “incrementarse significativamente (sic)” mediante los “derivados financieros” –es decir, el juego especulativo del gran casino  de la banca israelí-anglosajona que ha postrado al planeta entero en  una gran recesión mientras sus banqueros ganan sumas colosales–. No es  gratuito que los banqueros de la banca israelí-anglosajona se hayan  ganado el mote de banksters, en alusión a los célebres gánsteres de Chicago.
Con todo nuestro debido respeto a los pronósticos financieros con los dados y dedos  cargados del banco israelí-estadunidense Goldman Sachs, pero el  brillante futuro del BRIC peligra seriamente si sigue dependiendo del  parasitismo bancario de Wall Street y la City (extensivo a la  anglósfera), que buscará extraer por la vía del financierismo la riqueza  patrimonial y geoeconómica del BRIC si éste no rediseña un nuevo orden  financiero global que preserve sus intereses legítimos y que, a nuestro  juicio, pasan por tres caminos libertarios: la desglobalización, la  desdolarización y la re-regulación bajo control estatal o ciudadano: es  decir, el finiquito de los piratas “paraísos fiscales” (off-shore) y la contabilidad invisible (off-balance-sheet).
De otra forma, todo el brillante esfuerzo del BRIC habrá sido vano y  solamente habrá servido para beneficiar en última instancia a los  vilipendiados banksters de la banca israelí-anglosajona.
No se trata de cambiar de grilletes bancarios, sino de  operar una verdadera liberación holística –que en la etapa postmoderna  es ineluctablemente financiera– con el fin de iniciar una transformación  de alcances humanistas que beneficie al mayor número posible de  personas.
Tal debe ser la genuina trascendencia del BRIC y sus futuros aliados,  más allá de los viciosos cuan ultrajantes economicismo y financierismo:  dos ultrarreduccionismos que degradan el humanismo y en los que el  bloque cuatripartita puede sucumbir en su trayecto.
 
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