El poder oculto: de donde nace la impunidad de Israel        
por Manuel Freytas
por Manuel Freytas
La gran complicidad internacional con las  masacres periódicas israelíes no se gestan por miedo a Israel, sino por  miedo a lo que representa el Estado judío. Israel es el símbolo más  emblemático, la patria territorial del sionismo capitalista que controla  el mundo sin fronteras desde los directorios de los bancos y  corporaciones trasnacionales. Israel, básicamente, es la representación  nacional de un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de  Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados  con sus recursos naturales y sistemas económico-productivos. Y que  controla el planeta desde los bancos centrales, las grandes cadenas  mediáticas y los arsenales nucleares militares.

El poder oculto
Israel, es la más clara referencia geográfica del sistema capitalista  trasnacionalizado que controla desde gobiernos hasta sistemas económico  productivos y grandes medios de comunicación,  tanto en los países  centrales como en el mundo subdesarrollado y periférico.
El Estado judío, más allá de su incidencia como Nación, es el símbolo  más representativo  de un poder mundial controlado en sus resortes  decisivos por grupos minoritarios de origen judío, y conformado por una  estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes  industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del  capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del  planeta.
Con una población de alrededor de 7,35 millones de habitantes, Israel  es el único Estado judío del mundo.
Pero cuando hablamos de Israel, hablamos (por extensión) de la  referencia más significante de un sistema capitalista globalizado que  controla gobiernos, países, sistemas económicos productivos, bancos  centrales, centros financieros, arsenales nucleares y complejos  militares industriales.
Cuando hablamos de Israel, hablamos antes que nada  de un diseño  estratégico de poder mundial que lo protege, interactivo y totalizado,  que se concreta mediante una red infinita de asociaciones y  vasos  comunicantes entre el capital financiero, industrial y de servicios que  convierte a los países y gobiernos en gerencias de enclave.
El lobby sionista que sostiene y legitima la existencia de Israel, no  es un Estado en el lejano Medio Oriente, sino un sistema de poder  económico planetario (el sistema capitalista) de bancos y corporaciones  trasnacionales con judíos dominando la mayoría de los paquetes  accionarios o hegemonizando las decisiones gerenciales desde puestos  directrices y ejecutivos.
Quien se tome el trabajo de investigar el nombre de los integrantes  de los directorios o de los accionistas de la grandes corporaciones y  bancos transnacionales estadounidenses y europeos que controlan desde el  comercio exterior e interior hasta los sistemas económico productivos  de los países, tanto centrales como «subdesarrollados» o «emergentes»,  podrá fácilmente comprobar que (en una abrumante mayoría) son de origen  judío.
Los directivos y accionistas de las primeras treinta megaempresas  trasnacionales y bancos (las más grandes del mundo) que cotizan en el  indice Dow Jones de Wall Street, son mayoritariamente de origen judío.
Megacorporaciones del capitalismo sin fronteras como  Wal-Mart  Stores, Walt Disney, Microsoft, Pfizer Inc, General Motors, Hewlett  Packard, Home Depot, Honeywell, IBM, Intel Corporation, Johnson &  Johnson, JP Morgan Chase, American International Group, American  Express, AT & T, Boeing Co (armamentista), Caterpillar, Citigroup,  Coca Cola, Dupont, Exxon Mobil (petrolera), General Electric,   McDonalds, Merck & Co,  Procter & Gamble, United Technologies,  Verizon, son  controladas y/o gerenciados por capitales y personas de  origen judío.
Estas corporaciones representan la crema de la crema de los grandes  consorcios trasnacionales judeo sionistas que, a través del lobby  ejercido por las embajadas estadounidenses y europeas, dictan y  condicionan la política mundial y el comportamiento de gobiernos,  ejércitos, o instituciones mundiales oficiales o privadas.
Son los amos invisibles del planeta: los que manejan a los países y a  presidentes por control remoto, como si fueran títeres de última  generación.
Quien investigue con este mismo criterio, además, los medios de  comunicación, la industria cultural o artística, cámaras empresariales,  organizaciones sociales, fundaciones, organizaciones profesionales,  ONGs, tanto en los países centrales como periféricos, se va a sorprender  de la notable  incidencia  de personas de origen judío en sus más altos  niveles de decisión.
Las tres principales cadenas televisivas de EEUU (CNN, ABC, NBC y  Fox) , los tres principales diarios (The Wall Street Journal, The  New York Times y The Washington Post) están controlados y  gerenciados (a través de paquetes accionarios o de familias) por grupos  del lobby judío, principalmente neoyorquino.
Asimismo como las tres más influyentes revistas (Newsweek, Time  y The New Yorker), y consorcios hegemónicos de Internet como  Time-Warner (fusionado con América on Line) o Yahoo, están controlados  por gerenciamiento y capital  judío que opera a nivel de redes y  conglomerados entrelazados con otras empresas.
Colosos del cine de Hollywood y del espectáculo como The Walt Disney  Company, Warner Brothers, Columbia Pictures, Paramount, 20th Century  Fox, entre otros, forman parte de esta red interactiva del capital  sionista imperialista.
 
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