Editorial La Jornada
 dos en la jornada– y con el antecedente de las  denuncias de la compra masiva de votos por el gubernamental Partido de  la U, el candidato oficialista Juan Manuel Santos obtuvo un aplastante  triunfo anunciado sobre el aspirante del Partido Verde Antanas Mockus en  la segunda vuelta de los comicios presidenciales, realizada ayer en  Colombia: 69.05 por ciento frente al 27.52 de los sufragios emitidos.
dos en la jornada– y con el antecedente de las  denuncias de la compra masiva de votos por el gubernamental Partido de  la U, el candidato oficialista Juan Manuel Santos obtuvo un aplastante  triunfo anunciado sobre el aspirante del Partido Verde Antanas Mockus en  la segunda vuelta de los comicios presidenciales, realizada ayer en  Colombia: 69.05 por ciento frente al 27.52 de los sufragios emitidos.Se consumó así el dispositivo de perpetuación del régimen de Álvaro Uribe Vélez, de quien Santos fue ministro de Defensa, y la continuidad del proyecto oligárquico y contrainsurgente del actual gobierno. Si ha de creerse lo dicho por la senadora liberal Piedad Córdoba, la candidatura de Mockus fue un instrumento de la oligarquía para dar cierta verosimilitud a un proceso comicial que fue, de acuerdo con la información disponible, una elección de Estado.
Con la legisladora coincidió el ex aspirante presidencial del Polo  Democrático Alternativo, Gustavo Petro, quien hace unos días señaló, en  entrevista con este diario (18/6/10), que la derecha fabricó el  fenómeno de la Ola de Verde con apariencia de izquierda
 e infló  artificialmente las encuestas en favor de Antanas Mockus para  cerrarle el paso al Polo Democrático Alternativo, que era la única  opción claramente distinta
 a la de la clase dirigente.
El mes pasado, la Misión de Observación Electoral (MOE) para Colombia  detectó masivas compras de sufragios por el gobierno para favorecer a  su candidato en los departamentos de Antioquia y Cauca, así como en la  capital. A ese documento se sumó el de la Misión de Veeduría Electoral  de la OEA, la cual documentó la realización de esa práctica fraudulenta  en los departamentos de Atlántico, Bolívar, Cundinamarca, Magdalena,  Nariño y Norte de Santander. Ya en los comicios legislativos de marzo,  la MOE advertía que la táctica del constreñimiento
 –la obtención  de votos por medio de amenazas, practicada por los grupos paramilitares  vinculados al actual presidente– ha disminuido, pero se transformó en  una compra venta masiva con dineros del narcotráfico
.
A ello se añade la generalizada sospecha de que las encuestas de intención de voto fueron manipuladas para aparentar que Mockus tenía alguna posibilidad real de disputar el cargo a Santos.
Recientemente, el politólogo Faric Fraija señaló que, en los días  previos a la primera vuelta electoral –el 30 de mayo–, las firmas  encuestadoras inflaron artificialmente las preferencias del ex alcalde  de Bogotá de 9 a 38 por ciento para colocarlo en una situación de  supuesto empate técnico
 con el aspirante oficial. Pero el día de  los comicios, Santos obtuvo más de 46 por ciento y Mockus, apenas 21.
En todo caso, las propuestas de gobierno de uno y otro apenas podían diferenciarse por algunos matices y ambas proclamaban, en lo fundamental, lo mismo: continuación de la política económica neoliberal, mantenimiento de Colombia en la esfera de los intereses estratégicos estadunidenses y aplastamiento militar de las organizaciones guerrilleras que operan en el país.
La continuación de la política uribista constituye un factor de desesperanza para Colombia, la cual verá postergadas, durante al menos cuatro años más, cualquier expectativa de atenuar las desigualdades sociales, poner fin a la violencia y depurar una clase política abiertamente infiltrada por los paramilitares, el narcotráfico y otras expresiones de la mafia. Para la región la noticia es igualmente funesta, pues muy probablemente con Santos se mantendrán la hostilidad del Palacio de Nariño hacia los países vecinos –especialmente, Venezuela y Ecuador–, el alineamiento de Bogotá con las directrices del Pentágono y los empeños por sabotear los esfuerzos de integración y cooperación en curso en la porción sur del continente.
 
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