Introducción
Al
llegar al primer año de gobierno del presidente Nayib Bukele, El
Salvador atraviesa una situación de transición histórica, que iniciada
en 2018-2019 se expresa en el agotamiento de las fuerzas políticas que
hegemonizaron el periodo anterior –ARENA y FMLN- iniciado con los
Acuerdos de Paz de enero de 1992, así como en la emergencia de una nueva
fuerza política –Nuevas Ideas, que protagoniza desde la presidencia
este nuevo momento. Es un momento de transición, de viraje del sistema
político.
Es una situación inédita, que abre nuevos
desafíos a la izquierda política y social salvadoreña, en el marco de
recuperar la primera la confianza popular perdida y la segunda,
reorganizar el potencial organizativo de los sectores populares hoy
debilitado, atomizado y en disputa por Nuevas Ideas. Y a la vez es una
situación con nuevos retos para la oligarquía y su hoy fuertemente
disputada dominación de la sociedad y estado salvadoreños.
El
actual momento político guarda algunas semejanzas con el existente en
enero de 1980 cuando el Partido Demócrata Cristiano, PDC, dirigido por
el entonces carismático Ing. José Napoleón Duarte, entra en alianza con
las Fuerzas Armadas, en el contexto de una estrategia de
contrainsurgencia dirigida por el gobierno estadounidense. En ese
momento tanto la derecha oligárquica, en particular la ANEP, así como el
FMLN guerrillero se enfrentaron al bloque de poder integrado por el
PDC-Fuerzas Armadas-Estados Unidos.
Hoy existe un nuevo
pacto político entre Nuevas Ideas-Fuerzas Armadas-Estados Unidos
contrapuesto a la derecha oligárquica, encarnada en la ANEP y ARENA, así
como al partido político de izquierda FMLN. Tanto Duarte como Bukele
han sido personalidades carismáticas del mundo de la política, su único
antecedente histórico es el Dr. Arturo Romero, líder antimartinista de
los años cuarenta del siglo pasado.
Esta transición
requiere un análisis lo más objetivo posible que permita definir la
situación y las principales tareas del movimiento popular en esta nueva
etapa. Un análisis que tenga dos características básicas: por un lado,
que sea materialista, que asume la realidad en sus múltiples y complejas
vertientes de clase y se cuide de la muy común ilusión en la izquierda
de considerar nuestros deseos como verdades, como realidades y, por otra
parte, que tenga una perspectiva dialéctica, que se acerque a
identificar los nuevos procesos que están surgiendo, en el cuadro de una
realidad siempre en proceso de constante cambio.
Es clave
saber reconocer tras los discursos los intereses y motivaciones de las
clases y grupos sociales. Es en este espíritu materialista y dialéctico
que realizamos estas pinceladas de este próximo 1 de junio, primer
aniversario de la administración de Nayib Bukele.
1. Las fuerzas en pugna
Hemos
presenciado estos doce meses un extraordinario enfrentamiento social y
político que ha venido a modificar el paisaje político de la nación. La
principal característica de este enfrentamiento en términos históricos
radica en el desplazamiento de la pugna –primero social 1974-1980 luego
militar 1981-1992 y finalmente electoral 1994-2018/19- entre el proyecto
oligárquico y el proyecto popular.
Esta pugna ha sido
desplazada por una nueva contradicción esta vez entre los protagonistas
anteriores, ARENA y el FMLN y un nuevo actor político emergente, el
partido Nuevas Ideas, NI, del ahora presidente Nayib Bukele. En términos
históricos presenciamos un retroceso a la etapa previa a la formación
del FAPU en 1974, donde los actores principales del enfrentamiento eran
sectores de la oligarquía en pugna con la burguesía. Este cambio de la
situación plantea nuevos desafíos y tareas para la izquierda política y
social.
Las derrotas políticas y electorales sufridas por
la izquierda partidaria en 2018 y 2019 debilitaron y agotaron las
posibilidades de la continuidad del enfrentamiento entre oligarquía y
sectores populares como contradicción principal hasta una nueva
situación en el futuro. Hoy es un enfrentamiento entre un sector de la
oligarquía versus un sector de la burguesía y pequeña burguesía.
La oligarquía
En
el periodo anterior 1992-2018/19, ANEP representaba los intereses de la
oligarquía en su conjunto. Hablaba como clase dominante y lo mismo su
instrumento político principal, el partido ARENA, no obstante, la
fractura sufrida en el 2009 con la creación de GANA. Durante este año,
el presidente Bukele ya en el gobierno ha tenido la capacidad de romper
esa granítica unidad.
Y lo determinante no son factores
ideológicos, son claramente intereses políticos y económicos.
Presenciamos hoy por una parte, una ARENA y ANEP al servicio del clan
Simán, y sus allegados, orientado al enfrentamiento directo contra el
presidente Bukele y por la otra un amplísimo sector oligárquico
interesado en llegar a acuerdos con el ejecutivo, entre estos nada más y
nada menos que los patriarcales apellidos Murray Meza, Poma, Kriete,
Araujo, Salaverría, Calleja, Tesak, de Sola, Saca, entre otros, como lo
evidenció la reunión entre estos y el presidente Bukele del pasado 19 de
mayo.
ARENA
Esta
bifurcación política empresarial impacta fuertemente al interior del
instrumento político ARENA provocando múltiples grietas y bloqueando la
posibilidad de una línea única frente al gobierno. Esto explica en parte
la anhelada asistencia de los principales alcaldes de ARENA a una cita
con el presidente Bukele en el marco de la pandemia del coronavirus, el
pasado 20 de mayo. Y esto de cara a un nuevo reto electoral para
febrero de 2021. A esta situación debe agregarse el reconocimiento a la
gestión edilicia desarrollada por Ernesto Muyshondt como alcalde
capitalino.
Nuevas Ideas
Por
otra parte, a nivel de clases dominantes, la emergencia de Nuevas Ideas
les abre un nuevo canal de expresión política, pero bastante riesgoso
por la acumulación de poder político lograda por el presidente Bukele -y
su estilo autoritario- mediante alianzas con el capital transnacional,
apoyo de las fuerzas armadas y un abrumador respaldo popular. Hay que
señalar que el capital transnacional controla en la actualidad los
resortes principales de la economía, incluyendo la banca, seguros,
energía, telecomunicaciones, pensiones, etc.
La Embajada
Un
poderoso actor-aunque no determinante- de la realidad política es el
embajador estadounidense. A los Estados Unidos les interesa contar con
un aliado en la región que goce de popularidad, y que le colabore en
darle continuidad a su estrategia regional, que incluye aislamiento a
Venezuela y Nicaragua y control en asuntos migratorios,
independientemente de lo que sucede en noviembre de este año en ese
país. Al presidente Bukele le interesa profundamente entenderse con la
Administración Trump y dejar así en la orfandad política internacional a
ARENA, a la vez que como gobierno mantiene relaciones con la Republica
Popular China.
Movimiento Popular
A
nivel de movimiento popular debemos de comprender que nos encontramos
en un momento de reflujo de la organización y la movilización, la
iniciativa política ha pasado a sectores de las clases dominantes.
Recuperar el protagonismo popular con banderas de lucha de naturaleza
movilizadora es uno de los grandes desafíos y tareas.
Sumado
a esto existe una situación de debilidad y atomización y hoy incluso su
contingente de avanzada, los sindicatos de empleados estatales, así
como el sector de cooperativistas, son sujetos sociales en disputa entre
las antiguas organizaciones gremiales vinculadas a la izquierda y las
políticas de acercamiento y cooptación hacia Nuevas Ideas impulsadas
desde el Ministerio de Trabajo por un exdirigente sindical.
Por
otra parte, el amplio sector de trabajadores informales constituye una
base social inclinada mayoritariamente hacia Nuevas Ideas. El
presidente Bukele se reunió el 28 de mayo a la vez con sectores
sindicales que le expresaron su respaldo. Esta situación de
desmovilización popular solo podrá ser superada en la medida que
enlacemos con las necesidades más apremiantes de los sectores populares y
nos involucremos en sus luchas. Y esto difícilmente se logra desde la
lucha parlamentaria y el esfuerzo electoral.
FMLN
A
nivel de la izquierda política, en su expresión principal como FMLN,
durante este año, y desde una nueva dirección política, se le ha dado
continuidad a una visión de rechazo categórico a la administración
Bukele. Parece que este es un punto de coincidencia principal entre las
tres tendencias que integran este partido político de izquierda. No
obstante esto, hacia futuro el FMLN enfrenta diversos retos.
El
principal es el de recuperar la confianza perdida de su base social,
parte importante de la cual se desplazó electoralmente hacia Nuevas
Ideas. Da la impresión que se considera la lucha contra el gobierno
Bukele, su desgaste político, como la estrategia que permitirá
restablecer el vínculo con su antigua base social. Ojalá que así sea,
porque de no ser así, el FMLN y en general la izquierda, sufrirá
seguramente una nueva derrota electoral en febrero de 2021.
2. Los escenarios del enfrentamiento
Existen
tres grandes escenarios de conflicto, el político, el social y el
económico. En el político el tema básico ha sido el de la preservación
del desafiado orden político. En el social, los temas básicos han sido
la salud y la lucha contra la delincuencia, al que hay que agregar hoy
los estragos causados por la tormenta Amanda. En el económico el tema
clave es el del despegue de la economía. Alrededor de estas temáticas es
que han girado estos doce meses los múltiples y diversos conflictos en
el plano de la cotidianidad, de la siempre cambiante y hasta
electrizante coyuntura.
Lo político
Es
muy interesante como la derecha empresarial y política, ANEP y ARENA,
pretenden convertirse en los nuevos adalides de la democracia y
defensores de las libertades públicas, de los derechos humanos del viejo
orden capitalista. Se pretende al agitar las banderas democráticas
ocultar su pasado dictatorial, antidemocrático y confundir a la
población.
En su estrategia política pretenden
responsabilizar nacional e internacionalmente al gobierno Bukele como
violador de derechos humanos, como una dictadura emergente, como un
régimen corrupto, carente de transparencia, corrupto e incapaz. El
principal argumento radica en la pretendida toma “militar” de la
Asamblea legislativa del 19 de febrero.
Por su parte, el
presidente Bukele recurre al respaldo popular para legitimar sus
acciones autoritarias, así como de rechazo contra la Asamblea
Legislativa y la Corte Suprema de Justicia. Es claro que el propósito
fundamental de la oposición política a Bukele es lograr el
descarrilamiento de su gobierno, ahogándolo económicamente,
desprestigiándolo, aislarlo nacional e internacionalmente, de cara a
disminuir el seguro impacto del golpe electoral de febrero de 2021 en
las elecciones municipales y legislativas.
Lo social
Es
en este terreno vital para los intereses populares, donde se han
desarrollado los principales combates, en particular los vinculados a la
lucha contra la delincuencia (pandillas) y la emergencia provocada por
el Covid-19. Como aspectos positivos es que en ambos se han realizado
importantes avances, ha disminuido drásticamente el nivel de asesinatos y
se ha logrado “aplanar la curva” del coronavirus.
Pero
como elementos negativos y preocupantes, es de señalar que en ambos
casos se ha recurrido fundamentalmente a mecanismos de naturaleza
represiva, autoritaria, lo cual no contribuye a una mayor
democratización de nuestra sociedad, y reproduce los mismos patrones del
modelo político que se pretende superar.
Lo económico
El
proyecto populista y bonapartista de Bukele no precisa con claridad las
líneas maestras de su plan económico. Es claro que beneficiara a su
sector de clase no oligárquico, y al capital transnacional, pero es
todavía muy confuso la manera en que lo realizara. Todavía no se define
cual es el motor estratégico de su proyecto de desarrollo económico y
esto es muy preocupante.
Y esto se agrava en el marco de
las graves consecuencias que provoca ya la pandemia del coronavirus en
términos de aumento del desempleo y de los niveles de pobreza y
marginalización, los cuales indudablemente se multiplicaran y amenazaran
cualquier proyecto de cambio político.
A esto hay que
sumar el desenlace del debate sobre las medidas para la reapertura
económica en el marco de la pandemia, que podría desembocar en una
salida pro oligárquica, en una apertura de los grandes centros
comerciales y almacenes y el funcionamiento del transporte público, lo
cual seguramente incrementará los fallecimientos a causa del
coronavirus.
3. Las perspectivas
En
el caso de la administración Bukele sino comete graves errores
estratégicos, y mantiene sus alianzas y respaldo popular, seguramente
tendrá garantizada el próximo año el control de la asamblea legislativa,
desde donde impulsará cambios en beneficio de los intereses de su
bloque de poder, pero por su naturaleza bonapartista estos cambios
incluirán también medidas populistas, de rechazo al modelo neoliberal,
las cuales agudizarán su conflicto con la oligarquía.
El
enfrentamiento de Bukele con la oligarquía pasa inevitablemente por
golpear el modelo neoliberal, de no hacerlo y pronto y de manera visible
su caudal político irá disminuyendo.
Y en la medida que
Bukele siga chocando con la oligarquía conservará e incluso incrementará
su respaldo popular. Esto forma parte del aprendizaje político
realizado por los sectores populares que “olfatean” magistralmente por
dónde va la jugada política. Al escuchar a ARENA y a la ANEP se ubican,
clarifican y definen posiciones.
Los sectores populares no
son ni malagradecidos ni manipulables como piensan algunos
intelectuales, incluso de izquierda. Han aprendido a pulso el difícil
arte de pasar facturas electorales y políticas, humillaron a la ARENA de
Ávila (2009) Quijano (2014) y Calleja (2019), y al FMLN de Martínez
(2019), y lo harán seguramente con Bukele si este no cumple sus
promesas.
La correlación actual de fuerzas favorece al
presidente Bukele y determinara el rumbo de la transición hacia un nuevo
orden político y jurídico, que desde una visión neodesarrollista
fortalezca el papel del Estado en la economía.
Esta
transición y transformación del régimen político puede tener dos
desenlaces, el primero mediante acuerdos con la oligarquía para
garantizar estabilidad y el segundo, más probable, mediante la
agudización de su enfrentamiento. Este segundo desenlace favorece en
mayor medida a los sectores populares.
En el caso de la
oligarquía empresarial y su instrumento político ARENA, su instrumento
gremial ANEP y su instrumento de propuestas, FUSADES, no obstante que
constituyen la expresión principal de oposición a Bukele, su acometida
se irá debilitando en la medida que sus propuestas sean bloqueadas y que
un importante sector se separe (vemos ya a la ESEN y al INCAE en esta
línea) y decida negociar con el gobierno, como ya lo hemos visto, bajo
la simpática mirada del poderoso padrino del norte.
En
términos generales de la actual etapa de lucha, la oligarquía continúa
siendo el principal obstáculo para el desarrollo del país y para el
logro de un mayor bienestar de los sectores populares.
En
el caso de la izquierda social y política, el peor escenario, el
peligro principal para el movimiento popular es ser cooptado por Nuevas
Ideas y perder su identidad de organización y lucha popular, así como
continuar desmovilizado, dejando a la espontaneidad el desarrollo de la
lucha social, como es hoy el caso del movimiento de las banderas blancas
pidiendo comida, y lo fue ayer el movimiento de cerrar calles para
exigir agua.
El movimiento popular no debe de
transformarse en apéndice de las campañas de la oligarquía (ANEP) ni
tampoco de la pequeña burguesía (Nuevas Ideas) sino debe defender su
independencia de clase, su esencia clasista y popular. En el caso del
FMLN el peligro principal es el de ser un mero auxiliar legislativo para
la derecha oligárquica, y caer en la irrelevancia política.
En
ambos casos es urgente una reorientación profunda desde una visión
parlamentarista y desmovilizadora hacia una perspectiva orientada a la
lucha popular desde abajo, desde las comunidades, desde los centros de
trabajo y pensamiento, a la construcción de poder popular, a la
acumulación de fuerzas, combinando los intereses inmediatos del
movimiento popular (programa mínimo: empleo, salud, seguridad,
transporte, AFP, incluso la consigna de una Asamblea Constituyente) con
los objetivos finales de las batallas futuras por el socialismo
(programa máximo).
San Salvador 31 de mayo de 2020
https://www.alainet.org/es/articulo/206914
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