En la paz, río revuelto contra un golpe de estado
Eva Copa y Sergio Choque, del MAS, asumen sus respectivos cargos
▲ Campesinos aymaras, conocidos como ponchos rojos, llegaron ayer a La Paz, en respaldo del derrocado Evo Morales.
La Paz. Esta vez fueron campesinos con ponchos rojos,
hombres y mujeres con sombreros, venidos de lejos, de arriba en los
altiplanos. Luego se sumaron de la ciudad de El Alto, los que pudieron
llegar, otros fueron retenidos al intentar acercarse hasta el centro. La
Paz ha pasado a ser el escenario de movilizaciones masivas diarias,
cabildos, represiones, un río revuelto contra un golpe de Estado.
La jornada esta vez terminó sin gases lacrimógenos ni motos y los
policías y militares se mantuvieron en el habitual cerco a la Plaza
Murillo, centro del poder político nacional, donde se encuentra la sede
de gobierno, el Poder Legislativo y la vicepresidencia.
En esas cuadras tuvieron lugar hechos centrales ocurridos ayer. Por
un lado, el Senado eligió a una nueva presidenta: Eva Copa, oriunda de
la ciudad de El Alto, al igual que el presidente de la Cámara de
Diputados elegido la noche anterior, Sergio Choque. Con el juramento de
ambas nuevas presidencias, pertenecientes al partido del Movimiento Al
Socialismo (MAS), el cual cuenta con dos tercios, quedó así redefinida
la directiva del Poder Legislativo.
En simultáneo, la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez dio posesión
a cinco ministros más en su gabinete. Dos de ellos, nombrados el
miércoles, hicieron declaraciones que alertaron sobre las políticas que
llevará adelante el gobierno nombrado fuera de la Constitución, en un
intento por construir una imagen institucional.
El primero fue el ministro de gobierno transitorio, Arturo Murillo, quien anunció que emprenderá una
caceríacontra tres ex funcionarios de la administración derrocada: Raúl García Linera, Juan Ramón Quintana y Hugo Moldiz, por
sediciosos.
La segunda fue la ministra de Comunicación, Roxana Lizarraga, quien amenazó a los
periodistas o seudoperiodistas, tanto nacionales como internacionales, que hagan
sedición.
Los pocos anuncios que ha dado el gobierno transitorio, donde también
fueron electos altos mandos de la Fuerza Armada Bolivia y de la Policía
Nacional, han sido un redoble de amenazas dentro de un cuadro general
de noticias de represiones, muertos, heridos, enfrentamientos y
militares desplegados en calles y carreteras.
La estrategia golpista enfrenta una contradicción inevitable. En
efecto, se trata de un golpe de Estado que niega serlo, busca
construirse una institucionalidad fuera de la ley para sostener esa
narrativa, pero en los actos de autoproclamación y anuncios de cacerías
contra dirigentes y periodistas deja ver su carácter antidemocrático.
Eso ha quedado claro para quienes se movilizan día tras día y tienen
entre sus demandas principales la renuncia de Añez, a quien acusan de
golpista y de racista. Esas razones, junto con el reclamo del retorno de
Evo –que no es homogéneo en las movilizaciones– han puesto en marcha un
levantamiento en diferentes puntos del país en un proceso de
confluencia hacia La Paz.
Se espera así que entre el viernes y el sábado lleguen quienes se
movilizan desde zonas rurales del interior del país, como los cocaleros
del Trópico, que ayer estuvieron de protesta en la ciudad de Cochabamba.
El cuadro se configura así de manera incierta para el golpe de
Estado. Por un lado, debe enfrentar un proceso creciente de movilización
nacional atravesado cada vez más por el clivaje racial: quienes se
movilizan reconocen en la autoproclamada Áñez, Fernando Camacho, o
Carlos Mesa, dirigentes contrarios a las naciones indígenas, por su
historia larga, reciente y el atropello a la bandera whipala.
Por otro lado, quienes encabezan el golpe deben resolver la promesa
anunciada: la celebración de elecciones presidenciales en un plazo no
mayor a 90 días. Esto forma parte de la arquitectura que cuenta con
cuatro pasos centrales: el derrocamiento, la conformación de un nuevo
gobierno de transición, el llamado a elecciones y la celebración de las
mismas.
El proceso se encuentra actualmente en el momento de conformación del
gobierno, y encara una dificultad: debe nombrar a nuevas autoridades
del Tribunal Supremo Electoral, algo que debe proceder por conducto del
Congreso, donde el MAS tiene presidencias y mayorías. ¿Buscará un
acuerdo con quien persigue o avanzará contra el Poder Legislativo
evidenciando aún más su carácter golpista? ¿El MAS aceptará un acuerdo
con el objetivo de lograr un cauce electoral?
Se espera que las movilizaciones aumenten en los próximos días con la
llegada de quienes vienen de diferentes departamentos del país y la
presencia masiva de El Alto, donde la noche del jueves se velaban los
muertos. Ya se habla de más de 10 en el país, y más de 200 detenidos,
cifra provisoria y aproximada en un contexto de ruptura del estado de
derecho y persecución a los periodistas que no cumplen con la orden
golpista.
Foto Afp
Marco Teruggi
página/12
Periódico La Jornada
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