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[iii] http://otramerica.com/especiales/haiti-el-terremoto-colonial/minustah-la-vieja-enemiga-de-haiti/1239
[iv] https://subversiones.org/archivos/122928
[v] https://www.elconfidencial.com/mundo/2016-08-23/como-la-onu-llevo-el-colera-a-haiti-segun-sus-propios-expertos_1249903/
[vi] http://otramerica.com/especiales/haiti-seismo-colonial/el-buen-negocio-de-reconstruir-haiti/1225
[vii] https://laradiodelsur.com.ve/corrupcion-petrocaribe-haiti-caribe-nuestro/
[viii] https://www.diariolibre.com/actualidad/internacional/escuelas-de-haiti-comienzan-a-abrir-tras-dias-de-protestas-NB12133196,
[ix] https://aler.org/node/5325
Jean
Betrand Aristide, el primer presidente electo democráticamente en
Haití, fue derrocado en 2004. El éxito del segundo golpe en contra de su
Gobierno se logró con la aquiescencia de una comunidad internacional,
condicionada por los intereses de Francia (apoyada por Estados Unidos),
que no iba a aceptar la exigencia de la reparación histórica que
anunciaría el mandatario haitiano. Aristide fue obligado a abandonar su
país tras un golpe de Estado que llevó al país a una crisis económica,
política y humanitaria sin precedentes.
Después de la intervención militar que
puso a Boniface Alexandre en el poder provisionalmente, se creó Misión
de Estabilización de las Naciones Unidas para Haití (MINUSTAH) por el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2004, con los objetivos
de: “estabilizar el país, pacificar y desarmar grupos guerrilleros y
delincuenciales, promover elecciones libres e informadas y fomentar el
desarrollo institucional y económico de Haití”[i].
Desde entonces, la alta inestabilidad
política, la enorme debilidad institucional –provocada, en gran parte,
por la intervención extranjera a través de la ayuda humanitaria– y la
crisis estructural de pobreza (que alcanzó al 80% de la población) se
prolongaron sin atisbos de mejora. La llegada de la “ayuda” humanitaria
tuvo una serie de impactos que pusieron en cuestión el desempeño de la
intervención en el país.
Varios informes de Oxfam, entre los que se encuentran El lento camino hacia la reconstrucción[ii]y el reportaje MINUSTAH, la vieja enemiga de Haití[iii],
relatan el impacto de la tragedia del país, cuya gran brecha social
mantiene a millones de ciudadanos en la extrema pobreza y a una pequeña
élite local (y otra internacional) como única(s) beneficiarias de los
activos orientados a la ayuda a los haitianos.
A dos años del devastador terremoto de
2010 (período en el cual se desplegó una importante parte de la ayuda
humanitaria dada en Haití en los últimos años[iv])
la situación era desalentadora: “519.000 haitianos vivían en tiendas de
campaña, en 758 campamentos en el área metropolitana de Puerto
Príncipe, la mitad de los escombros seguían sin recogerse” y, lo que era
peor, se había desatado un brote de cólera que acabó con la vida de
miles de ciudadanos. Es de conocimiento público que el brote se produjo
por la contaminación de fuentes hídricas que llevaron a cabo desde una
base del equipo de la MINUSTAH.
El cólera, llevado por la MINUSTAH y
deliberadamente ocultado por la ONU, produjo la muerte de 10.000
personas. Posteriormente, hubo un rebrote en 2015, con 18% más de
víctimas mortales[v] que la primera vez.
Entre otros datos que recoge Oxfam sobre el destino de las inversiones son destacables los siguientes:
- “El mayor receptor individual de dinero del terremoto de EE. UU. fue el Gobierno de los EE. UU. Lo mismo es válido para las donaciones de otros países.
- Associated Press descubrió que de los 379 millones de dólares en dinero inicial de EE. UU., -se documentó en enero de 2010- que treinta y tres centavos de cada uno de estos dólares para Haití retornó directamente de retorno a los EE. UU.
- Los presidentes George W. Bush y Bill Clinton anunciaron una iniciativa para recaudar fondos para Haití el 16 de enero de 2010. A partir de octubre de 2011, el Fondo había recibido 54 millones de dólares en donaciones. “(…) ha donado 2 millones para la construcción de un hotel de lujo haitiano de $ 29 millones”[vi].
El final de la misión y el inicio de la crisis
En abril de 2017 el Consejo de Seguridad
de la ONU definió la finalización de la MINUSTAH para octubre de 2017. A
partir de entonces, el componente militar de la Misión se retiraría y
habría reducciones tanto del personal policial como de las tareas
civiles.
Por unanimidad, se estableció una Misión
de seguimiento más pequeña, la Misión de las Naciones Unidas para el
Apoyo de la Justicia en Haití (MINUJUSTH), con mandato en el
fortalecimiento del “estado de derecho, el desarrollo policial y los
derechos humanos, así como los buenos oficios y las funciones de
promoción para ayudar al Gobierno de Haití a consolidar los logros de
estabilización y garantizar su sostenibilidad”. Dicha misión se
establecería por un período inicial de seis meses desde el 16 de octubre
de 2017 hasta el 15 de abril de 2018, aunque se prolongó hasta 2019.
Precisamente, en el marco de la
definición de la continuidad de la Misión -después de la evaluación por
parte de una comisión enviada especialmente para tal fin- los ajustes
del Gobierno de Jovenel Moise, debido a las deudas adquiridas con
proveedores, la subida de los precios, la escasez de combustible y los
desmanes de las fuerzas de seguridad desplegadas en el país, desataron
la ira de una ciudadanía que reclama su derecho “a vivir como seres
humanos”.
La crisis actual –anclada a las
condiciones estructurales de dependencia a la ayuda externa y
humanitaria– inició el 7 de febrero en el marco de la conmemoración de
un nuevo aniversario de la caída de la dictadura de Jean-Claude Duvalier
en 1986. Fecha que, en sí misma, denota el carácter político y
aglutinador de las manifestaciones recientes.
Desde entonces, distintas protestas en
todo el país se configuraron en contra de una clase política que
consideran les ha robado continuamente y de forma descarada. El último
escándalo se relaciona con el robo en la gestión de Michel Martelly de
3.800 millones de dólares, de los fondos entregados en los programas de
desarrollo de PETROCARIBE[vii].
La beneficiosa inestabilidad política
El empobrecimiento estructural de Haití
corresponde a una política injerencista disfrazada de ayuda humanitaria,
que promueve la dependencia del país caribeño de las “ayudas externas”.
Las condiciones actuales del primer país en alcanzar la independencia
de España son quizás el mejor ejemplo del “capitalismo del desastre” o
bien, de la “ocupación humanitaria”, bajo estrategias que parten de la
guerra o crisis humanitarias –creadas o no– que posibilitan la
intervención extranjera y la apertura de mercados y/o políticas de corte
neoliberal. La ayuda humanitaria tiene una importante cuota de
responsabilidad en el empobrecimiento estructural de la población, la
debilidad institucional, así como la depredación capitalista en Haití.
Discernir entre posibles escenarios en
el país insular resulta en una tarea altamente compleja al ser una
coyuntura en pleno desarrollo. Sin embargo, esa “tensa calma” que
relatan algunos medios de comunicación, tras la paulatina
“normalización” de algunos servicios públicos[viii],
saca de la discusión el fondo de la problemática: pauperización de la
vida cotidiana importada por intereses extranjeros –y también de la
élite local–.
El segundo escenario corresponde al
sostenimiento de las movilizaciones sociales en distintas partes del
país. Esta situación aumentaría la represión por parte del Gobierno de
Moise y, muy probablemente, la escalada de la violencia que ya de por sí
es grave: según organizaciones sociales los asesinatos giran alrededor
de los 60 –mientras que el Gobierno reconoce solamente 9–; así como 247
personas heridas y 600 encarcelamientos[ix].
La represión podría sofocar los movimientos sociales, pero al
considerar la tradición organizativa y revolucionaria de Haití, la
sublevación popular podría sostenerse y llegar a la negociación entre
las distintas fuerzas políticas, a una salida de Moise o una ruta
direccionada a una Asamblea Constituyente que reincorpore los mecanismos
democráticos debilitados por las élites locales en la Constitución de
1987[x].
Sea cual sea el escenario, la tensión
política está presente. Las propuestas de Moise respecto al diálogo y la
reducción de los precios de alimentos son concesiones ante una
población que, además de exigir la mejora de las condiciones de vida,
reclama la independencia de las potencias extranjeras, así como de la
ayuda humanitaria. Hoy, la clase popular haitiana vuelve a ser ejemplo
de resistencia en una región que clama por una intervención humanitaria
en Venezuela, país que fue clave en la lucha contra el cólera importado
por Naciones Unidas. Así, la denuncia del golpe de Estado en ese país, a
través del reconocimiento internacional de Juan Guaidó como presidente,
es uno de los ejes aglutinadoras de la revuelta popular. La ciudadanía
haitiana movilizada, nuevamente, se convierte en la cabeza insurrecta de
Latinoamérica en denuncia de la intervención humanitaria.
[i]
Conformada por efectivos militares de: Argentina, Bolivia, Brasil,
Canadá, Chile, Ecuador, El Salvador, Francia, Guatemala, Honduras,
Indonesia, Jordania, Nepal, Paraguay, Perú, Filipinas, la República de
Corea, Sri Lanka, los Estados Unidos y Uruguay. Ver: https://dialogo-americas.com/es/articles/minustah-la-fuerza-de-paz-que-levanto-un-pais-necesitado
[ii] http://ibdigital.uib.es/greenstone/collect/cd2/index/assoc/io0002.dir/io0002.pdf[iii] http://otramerica.com/especiales/haiti-el-terremoto-colonial/minustah-la-vieja-enemiga-de-haiti/1239
[iv] https://subversiones.org/archivos/122928
[v] https://www.elconfidencial.com/mundo/2016-08-23/como-la-onu-llevo-el-colera-a-haiti-segun-sus-propios-expertos_1249903/
[vi] http://otramerica.com/especiales/haiti-seismo-colonial/el-buen-negocio-de-reconstruir-haiti/1225
[vii] https://laradiodelsur.com.ve/corrupcion-petrocaribe-haiti-caribe-nuestro/
[viii] https://www.diariolibre.com/actualidad/internacional/escuelas-de-haiti-comienzan-a-abrir-tras-dias-de-protestas-NB12133196,
[ix] https://aler.org/node/5325
[x] Eje aglutinador de la oposición, organizaciones de sociedad civil, así como movimientos sociales en contra de Moise.
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