América
Latina está viviendo un momento esencial, la institucionalidad de su
integración regional. A pesar de instalarse varios proyectos históricos
en el continente americano a nivel micro, como el Sistema de
Integración Centroamericana (SICA), la Comunidad Andina (CAN) o el
Mercado Común del Sur (MERCOSUR), entre otros, solo uno ocupaba toda la
región continental, la Organización de Estados Americanos (OEA),
fundada en 1948, aunque Cuba fue expulsada el 31 de enero de 1962, “en
la octava reunión de consulta de ministros de relaciones exteriores de
la OEA”, tras declarase un estado socialista en 1961. Este fue un
indicador sobre que la OEA no era una estructura horizontal y
democrática sino que justamente fue creada al inicio de la Guerra Fría
por parte de Estados Unidos para hacer frente al “fantasma del
comunismo” y continuar con su escena imperialista de la “Doctina
Monroe” y “el Corolario 1904”, donde se confirma en este último guión
que si un país americano amenazaba los derechos o propiedades
estadounidenses el mismo gobierno estaba obligado a intervenir.
La
llegada a la presidencia venezolana en enero de 1999 del recién difunto
expresidente Hugo Rafael Chávez Frías dio un giro en la relación
asimétrica entre Norteamérica y Latinoamérica. La tesis histórica de
Simón Bolívar sobre la unión latina de los estados iniciaba su puesta
en práctica casi 200 años después. El pragmático Chávez no buscaba
simplemente una microintegración de gobiernos progresistas, como el de
Ecuador, Cuba, Nicaragua o el Estado Plurinacional de Bolivia con la
conformación del organismo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos
de Nuestra América (ALBA), sino la unificación de todos los estados de
América Latina a favor de la soberanía de cada uno de ellos para hacer
frente a la injerencia de los Estados Unidos. El año 2011 pasó a la
historia con la fundación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), organismo que paralelamente planta cara a la
creciente deslegitimación de la OEA y Estados Unidos. Pese a que todos
los estados latinoamericanos y caribeños se han integrado en este nuevo
organismo regional, esto no quiere decir que todos los miembros actúan
políticamente en una misma dirección a favor de la integración contra
las injerencias de Estados Unidos y sobre todo por la soberanía
nacional.
El giro permanente de la República de Chile
Justamente, el estado chileno es un caso particular. Un caso que tiene
su contexto histórico propio. En 1969 se firmó, entre Colombia,
Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, el Acuerdo de Cartagena para fundar el
Pacto Andino, lo que es en el presente la CAN. La función de este
organismo interestatal era unirse para impulsar un desarrollo
productivo en cada nación gracias a la libre circulación de mercancías
de origen andino en un mercado pluriestatal y a la vez ampliar los
aranceles para los productos externos, es decir, en definitiva,
constituir una economía conjunta proteccionista. Después del golpe de
estado del dictador Augusto Pinochet hace 40 años, el camino de Chile
cambió su rumbo. El régimen militar de Pinochet sacó a Chile de la CAN
en 1976 por una principal incompatibilidad con el organismo, la
soberanía nacional.
El fascismo chileno
no estaba inspirado en el fascismo clásico europeo de Hitler, Mussolini
o Franco, en lo referente al proteccionismo autárquico económico, sino
todo lo contrario, a la apertura de su economía a la liberalización
internacional mediante un sin fin de privatizaciones [1] que
derrumbaban todos los logros socialistas conseguidos por el
expresidente Salvador Allende. Un modelo iluminado bajo la tesis del
ultraneoliberal norteamericano Milton Friedman ya que asesoraron al
régimen chileno sus discípulos economistas llamados “Chicago Boys”.
En Chile, como jamás ocurrió un proceso de transición política
estructural con la implementación de una nueva Asamblea Constituyente
después de la derrota de Pinochet en el plebiscito nacional de 1988, el
neoliberalismo continúa en plena acción actualmente afectando la
soberanía nacional del país, pese a la latencia del actual gobierno de
Sebastián Piñera. Justamente el Presidente, en las replicadas
confrontaciones recientes a causa del conflicto de la salida marítima
de Bolivia - un conflicto que se arrastra desde la Guerra del Pacífico
en 1879 – como el caso de los tres militares bolivianos retenidos en la
ciudad chilena de Iquique el pasado mes de febrero, afirmó en dirección
al primer mandatario boliviano que “Chile no le va a entregar soberanía
ni territorio chileno a Bolivia” [2] . Soberanía nacional
consiste en tener autonomía y el poder independiente en un país en
concreto, algo que de tanto intenta presumir Piñera sobre Bolivia
mientras oculta con este discurso las directrices a las que se somete
Chile por parte de otros actores internacionales, concretamente el
gobierno de los Estados Unidos.
El vínculo entre Estados Unidos y Chile
La íntima relación, las últimas décadas, entre Estados Unidos y Chile
no ha sido oculta. El gran desfase inicial fue la cooperación del
estado norteamericano y su aparato de inteligencia de la CIA con la
implementación del golpe de estado de Pinochet contra el gobierno
democrático socialista de Allende y toda la represión deshumanizada que
ello conllevó [3] . Además, Estados Unidos estuvo aliado al
régimen militar en su lucha contra todos los movimientos clandestinos
de izquierda en Chile, y en toda América Latina en lo que se llamó la
Operación Cóndor. Esta operación se cofundó en Santiago de Chile en
1975 por Manuel Contreras, jefe de la Dirección de Inteligencia
Nacional (DINA), en coordinación con las dictaduras militares de
Uruguay, Paraguay, Brasil, Argentina, y Bolivia.
En la
actualidad las condiciones han cambiado, caminando las Américas hacía
una democratización. Como hemos señalado al inicio, Estados Unidos
quiere hacer frente a esa nueva estrategia regionalista y soberana de
América Latina que impulsó Chávez, no solamente por el nacimiento de
gobiernos de izquierdas con expectativas anticapitalistas sino por el
crecimiento de gobiernos antineoliberales progresistas con
desarrollismo nacional, como el caso de las potencias de Brasil,
Argentina, que se unieron en la IV Cumbre de las Américas para decir
“No” al proyecto asimétrico de libre mercado que quería Estados Unidos
implementar en todo el continente americano, el Área de Libre Comercio
para las Américas (ALCA). Por ello, que mejor que utilizar sus
satélites históricos, entre ellos Chile, para hacer frente al
proteccionismo.
De unipolar a multipolar
Actualmente está en tensión el debate sobre la existencia de un mundo
unipolar, con la hegemonía de los Estados Unidos, o la existente de un
mundo multipolar con la presencia de potencias como China, Rusia,
Brasil, entre otras. Parece ser que Estados Unidos ha perdido hegemonía
en su principal histórico patio trasero, América Latina. Según un
estudio de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL),
justamente después de la crisis económica financiera de 2008, en 2009
las exportaciones de América Latina a China aumentaron un 5% mientras
que hacia Estados Unidos y Europa cayeron un 26 y 28% respectivamente.
El crecimiento económico de China, de 8,7% en 2009, seguía demandando
materias primas para la posterior elaboración de sus productos
manufacturados, mientras la crisis norteamericana y europea reducía
esta demanda, y complementariamente América Latina iniciaba la compra,
por calidad y precio, de estos productos manufacturados a China. Es
decir, se proyectaba un nuevo proceso de cooperación comercial directa
entre América Latina y China. América Latina, a inicios del siglo XXI,
exportaba el 60% de su producción a Estados Unidos, cerca del 12% a
Europa, y un 1% a China, mientras que 9 años después, en 2009, a
Estados Unidos el 38,6%, a Europa el 13,8%, y a China el 7,6%. Y en
caso de las importaciones, Estados Unidos pasó del 50% al 33,1%, la
Unión Europea de cerca del 13% al 14,7%, y China, de ser casi nulo, con
cerca del 1% al 9,5% en menos de 10 años [4] .
Uno de los sujetos esenciales en esta saliente cooperación sur-sur es
Brasil, un nuevo gigante internacional como economía emergente, pasando
a ser a finales de 2011 la sexta economía mundial según el Centro de
Investigaciones Económicas y Negocios (CEBR en inglés) [5] . El
comercio entre China y Brasil ha crecido abismalmente los últimos años,
por ello nació, entre otros casos, una nueva estructura en el
regionalismo internacional que se llama BRICS, el cual aglutina a los
principales países que presentan un mayor crecimiento del PIB a nivel
mundial; Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y que a la vez, no
pertenecen a la entidad neoliberal liderada por Estados Unidos y
Europa, donde también la integra Chile, la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). China actualmente le
compra casi el 20% del total de las exportaciones de Brasil,
principalmente materias primas, y a inicios del siglo XXI no llegaba ni
al 2%. Por el contrario Brasil le compra actualmente a China un 30% de
total de lo que importa en su totalidad, siendo hoy día China y Brasil
el corredor más importante de las transacciones globales [6].
El Corredor Bioceánico
Según las condiciones físicas continentales China y Brasil no tienen
una buena conexión, efecto que complica y encarece su comercio
bilateral. Ya no solamente por su lejanía sino por las malas
infraestructuras comunicativas terrestres que hay en Sudamérica para
cruzar desde el Océano Atlántico brasileño a la costa pacífica. Como
primera repuesta, salió a la luz el proyecto del “Corredor Bioceánico
de Capricornio” en 1992 para unir la ciudad brasileña de Santos con la
chilena de Antofagasta. En ese momento Brasil ya veía el mercado
asiático como una meta esencial para su crecimiento económico.
Finalmente, el proyecto pasó de ser una idea a un hecho, paralelamente
al crecimiento comercial constante de Brasil con China, y en 2007 el
presidente brasileño Lula, el boliviano Evo Morales y la mandataria
chilena Michelle Bachelet, lanzaron el plan tripartito para la
construcción de los últimos tramos del corredor y unir finalmente
Santos con los puertos de Arica e Iquique, atravesando Bolivia de un
extremo a otro.
A pesar de las históricos pugnas entre
Bolivia y Chile desde la Guerra del Pacífico (1879-1883), el reinicio
de negociaciones entre los dos estados en 2006 con la llamada “Agenda
de los 13 Puntos”, donde se retomaban conversaciones sobre la salida al
mar de Bolivia, llevó a institucionalizar una relación bilateral
ausente durante décadas. Más allá de que no se avanzará mucho
pragmáticamente en la negociación, los pequeños logros de confianza
conseguidos se desvanecieron con la ruptura de relaciones entre los dos
estados en 2011, donde Chile tuvo un cambio de gobernante, de la líder
de la Concertación, Bachelet, al conservador y líder de Renovación
Nacional, Sebastián Piñera. El crecimiento de la tensión diplomática
entre Chile y Bolivia llevó a que finalmente, por decisión de Evo
Morales, el corredor bioceánico ya no acabase su destino en las costas
chilenas de Tarapacá sino en el puerto peruano de Ilo. El corredor
espera ser inaugurado en San José de Chiquitos, en un futuro próximo
cercano, departamento boliviano de Santa Cruz de la Sierra, con la
presencia de Evo Morales, la mandataria brasileña Dilma Rousself y
veremos si acude el presidente peruano Ollanta Humala y la futura
presidenta que gane las elecciones chilenas el próximo mes de noviembre.
La desintegración de las Américas y los costes en Tarapacá
La región de Tarapacá, con su capital, Iquique, situada al norte de
Chile, es una zona que tiene un elevado comercio histórico con los
países fronterizos, Bolivia y Perú, principalmente por las
reexportaciones que se iniciaron en 1975 mediante la Zona Franca de
Iquique. Tarapacá no solamente tiene como fuente de ingresos las
exportaciones de minería, principalmente, a países europeos,
Norteamérica o estados asiáticos, sino también haciendo de puente su
puerto entre productos asiáticos y latinoamericanos. Según estadísticas
de 2003 [7] , la región de Tarapacá exportó un total de
mercancía con valor de 1.913 millones de dólares, siendo 1.209 millones
exportaciones de productos nacionales chilenos y 704 millones
corresponde a envíos al exterior de productos no producidos en Chile,
como por ejemplo, productos de China hacia Bolivia. Los principales
productos exportados son cobre, harina, aceite de pescado, yodo,
vehículos, y sal, siendo el 95% de exportaciones lideradas por 12
empresas mineras y 2 de harina de pescado [8] . En el caso de
los países vecinos, Perú, Brasil, Bolivia, es muy distinto si se
consideran solamente los productos originarios de Chile o si se
incluyen las reexportaciones de productos extranjeros comercializados
por la zona franca. Justamente las exportaciones directas de Chile
fueron el 4,3% de su total a Bolivia, Perú y Brasil, pero de las
reexportaciones se consideró un total de 460,3 millones en 2003, es
decir, el 65% de todas las ventas extranjeras, siendo Bolivia el
principal mercado con 39,3% [9] , principalmente por la compra
de combustibles y lubricantes. En definitiva, un mecanismo de comercio
de gran trascendencia en Tarapacá son las reexportaciones de Chile a
Bolivia mediante el puerto de Iquique como punto intermedio
transcontinental entre Asia y América. Las mismas instituciones
públicas locales de Iquique y las regionales de Tarapacá, además de su
población local como mano de obra en comercio, logística o transporte
de mercancía, entre otras, se benefician de este mercado binacional
fronterizo. Un beneficio que puede ser vaporeado por las posturas
centralistas y transnacionales de Sebastián Piñera.
El último estrecho del Corredor Binacional que finalmente irá desde
Bolivia al puerto peruano de Iló, y no hacía el iquiqueño, no solamente
afectará el comercio reexportador de Chile con Bolivia, mediante el
traspaso de productos asiáticos, sino también de Chile con Brasil, el
gigante latinoamericano que estabiliza su fuerte mercado con China. La
pérdida de beneficios económicos que padecerá Tarapacá será una dura
consecuencia que Piñera someterá al pueblo local, y en general a la
economía chilena nacional, en beneficio de una postura política
simplista vinculada a la estrategia mundial de los Estados Unidos, de
impedir la integración latinoamericana como soberanía de los pueblos,
el comercio entre pueblos vecinos, como el crecimiento del los vínculos
comerciales entre países del sur, como China o Brasil, que conforman la
BRICS, el frente contra la OCDE. Por ello, mientras Piñera prefiere
seguir en conflicto con Bolivia desde su despacho en Santiago de Chile
rompiendo la unidad regional latinoamericana que tanto desfavorece los
intereses de Washington, y utilizando oraciones demagógicas en defensa
de la “soberanía de Chile” [10] , se olvida traicioneramente de
la verdadera soberanía del pueblo de Tarapacá para decidir el destino
de su desarrollo regional. Contrariamente, como substitución, y
presión, de este fraccionamiento de Piñera en la integración
continental, Bolivia ha fortalecido los lazos con el gobierno de
Ollanta Humala para emigrar su comercio de Chile a Perú y se ha pactado
bilateralmente iniciar la construcción de un ferrocarril bioceánico en
2015. Previamente el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde
China ingresó como donante a inicios de 2009, otorgó un crédito de 6,4
millones de dólares para realizar el estudio básico del tren bioceánico
que creará las bases para su licitación, midiendo el impacto ambiental
y las características técnicas. El proyecto conectará la ciudad peruana
marítima de Puerto Illo con la boliviana oriental de Puerto Suárez, con
un costo aproximado de 2.500 millones de dólares [11] .
Más allá del debate histórico de la salida al mar de Bolivia, polémica
que no hay que dejar de lado en la diplomacia, existe una partida de
ajedrez esencial entre la unión soberana de Latinoamérica y los
mandamientos del imperio con sus peones. Mientras Bolivia sigue con su
rol estratégico integracionista latinoamericano, y su puente entre el
comercio bilateral entre China y Brasil, Chile, como peón, intenta
romper ese proyecto de unidad latinoamericana y generar incomodidades
en la BRICS a favor de la OCDE, utilizando a Bolivia como enemigo por
la negación de todo tipo de negociación en la concesión marítima. La
estrategia insuficientemente soberana del gobierno de Piñera de marcar
fronteras entre Bolivia y Chile por intereses trasnacionales en la
nueva multipolaridad conlleva principalmente a la ausencia y
sufrimiento del pueblo chileno de Tarapacá.
Notas: [1] Según una Comisión de Investigación del Parlamento chileno desde el inicio de la dictadura hasta 1990 se vendieron 725 macroempresas estatales a un precio irrisorio. Ver http://elchileno.cl/world/nacional/841-las-privatizaciones-de-la-dictadura.html
[2] Nota de prensa: http://www.paginasiete.bo/2013-02-27/Nacional/Destacados/Pinera---Chile-no-le-va-a-entreg.aspx
[3] Ver afirmaciones de la injerencia de Estados Unidos en Chile: http://www.archivochile.com/Imperialismo/us_contra_chile/UScontrach0008.pdf
[4] Ver datos económicos. http://www.eclac.org/publicaciones/xml/2/39082/RP_China_America_Latina_el_Caribe_una_relacion_estrategica_906.pdf
[5] Nota de prensa: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/12/111226_economia_brasil_sexta_economia_mundo.shtml
[6] Nota de prensa: http://www.eldiario.com.ar/diario/economia/75866-china-y-brasil-protagonistas-del-comercio-global.htm
[7] Estos datos, algo caducos, en la actualidad habrán tenido un crecimiento considerable al presentarse, como hemos citado anteriormente, un aumento del comercio entre América Latina y China entre 2000 y 2009. Pasando las exportaciones de América a China del 1% en el 2000 al 7,6% en 2009. Y las importaciones de 1% al 9,5%.
[8] Información estadística de Tarapacá: http://www.docstoc.com/docs/119502074/CAP%EF%BF%BDTULO-5--EXPORTACIONES-REGION-TARAPACA
[9] http://www.docstoc.com/docs/119502074/CAP%EF%BF%BDTULO-5--EXPORTACIONES-REGION-TARAPACA
[10] Nota de prensa: http://www.lostiempos.com/diario/actualidad/nacional/20130304/pinera-ningun-presidente-de-chile-entregara-el-territorio-y-soberania-a_204358_437179.html
[11] Nota de prensa: http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2012/1123/noticias.php?id=78290
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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