Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

sábado, 16 de abril de 2011

Playa Girón y el carácter socialista de la Revolución cubana

Atilio A. Boron

ALAI AMLATINA, 15/04/2011.- En la madrugada del 15 de Abril de 1961
aviones de combate camuflados como si fueran cubanos bombardearon los
principales aeropuertos militares de Cuba. Las agencias noticiosas del
imperio informaban que se había producido una sublevación de la fuerza
aérea “de Castro” y el embajador de Estados Unidos ante la ONU, Adlai
Stevenson -expresión del ala más “progresista” del partido Demócrata,
¡menos mal!- trató que el Consejo de Seguridad de ese organismo emitiera
una resolución autorizando la intervención de Estados Unidos para
“normalizar” la situación en la isla. No tuvo respaldo, pero el plan ya
estaba en marcha.

Aquel bombardeo fue la voz de orden para que una brigada mercenaria que
con absoluto descaro la CIA y el Pentágono habían venido preparando
durante más de un año desembarcara en Bahía de Cochinos, con el
declarado propósito de precipitar lo que en nuestros días los melifluos
voceros de los intereses imperiales denominarían eufemísticamente como
“cambio de régimen.” En Marzo de 1960 –apenas transcurrido poco más de
un año del triunfo de la Revolución Cubana- el presidente Eisenhower
había firmado una orden ejecutiva dando vía libre para desencadenar una
campaña terrorista en contra de Cuba y su revolución. Bajo el amparo
oficial de este programa se organizó el reclutamiento de unos mil
quinientos hombres (un buen número de los cuales no eran otra cosa que
aventureros, bandidos o lúmpenes que la CIA utilizaba, y utiliza, para
sus acciones desestabilizadoras) dispuestos a participar de la inminente
invasión, se colocó a las organizaciones contrarrevolucionarias bajo el
mando de la CIA (es decir, la Casa Blanca) y se crearon varias “unidades
operativas”, eufemismo para no llamar por su nombre a bandas de
terroristas, escuadrones de la muerte y paramilitares expertos en
atentados, demoliciones y sabotajes de todo tipo. Más de tres mil
personas murieron en Cuba, desde los inicios de la Revolución, a causa
del accionar de estos delincuentes apañados por la el gobierno de un
país cuyos presidentes, invariablemente, nos dicen que Dios los puso
sobre esta tierra para llevar por todo el mundo la antorcha de la
libertad (de mercados), la justicia (racista, clasista y sexista y la
democracia (en realidad, la plutocracia). Lo creían antes, y lo creen
todavía hoy. Lo creía el católico John Kennedy y el metodista George W.
Bush. La única excepción conocida de alguien no infectado por el virus
mesiánico es la de John Quincy Adams, sexto presidente de los Estados
Unidos, hombre práctico si los hay, quien dijo, en memorable frase, que
“Estados Unidos no tiene amistades permanentes sino intereses
permanentes,” algo que los gobiernos “pitiyankees” de nuestros países
deberían memorizar. (Recordar que este Adams, hijo del segundo
presidente de Estados Unidos, John Adams, fue también Secretario de
Estado del presidente James Monroe, y colaboró activamente en la
formulación de la doctrina que lleva su nombre).

Delincuentes, retomando el hilo de nuestra argumentación, como Luis
Posada Carriles -uno de los más conspicuos criminales al servicio del
imperio, terrorista probado y confeso, autor intelectual, entre muchos
otros crímenes, de la voladura del avión de Cubana en 1976, con 73
personas a bordo- quien hace apenas unos días fue absuelto de todos sus
cargos y disfruta de la más completa libertad en los Estados Unidos.
Como si eso fuera poco Washington tampoco lo extradita para que pueda
ser juzgado en Venezuela, país cuya nacionalidad había adoptado durante
el transcurso de sus fechorías. Barack Obama, indigno Premio Nóbel de la
Paz, protege a los verdugos de nuestros pueblos hasta el final de sus
vidas mientras mantiene en prisión, en condiciones que ni siquiera se
aplican a un asesino serial, a los cinco luchadores antiterroristas
cubanos. Gesto ignominioso el de Obama, pero que tiene un lejano
antecedente: en 1962, luego de la derrota sufrida por el ejército
invasor reclutado, organizado, entrenado, armado y financiado por los
Estados Unidos los prisioneros que habían sido capturados por las
milicias revolucionarias cubanas fueron devueltos a los Estados Unidos
¡para ser recibidos y homenajeados –sí, homenajeados- por otro
“progresista”, el presidente John F. Kennedy! El fiscal general de los
Estados Unidos, Robert Kennedy, para no ser menos que su hermano mayor,
invitó a esa verdadera “Armada Brancaleone” de matones y bandidos a
integrarse al ejército norteamericano, cosa que fue aceptada por gran
parte de ellos. No sorprende, por lo tanto, que periódicamente aparezcan
tenebrosas historias de atrocidades y vejaciones perpetradas por
soldados estadounidenses en diversas latitudes, las últimas conocidas
hace apenas un par de días en Afganistán y antes en Abu Ghraib; o que
durante la Administración Reagan-uno de los peores criminales de guerra
de los Estados Unidos, según Noam Chomsky- un coronel del Marine Corps y
asesor del Consejo de Seguridad Nacional, Oliver North, hubiera
organizado una red de narcotraficantes y vendedores de armas desde su
despacho situado a pocos metros de la Oficina Oval de la Casa Blanca
para financiar a la “contra” nicaragüense. No le fue tan mal a North
después de estallado el escándalo: libró de ir a la cárcel y en la
actualidad se desempeña en varios programas de la ultraconservadora
cadena Fox News Channel. Estos episodios revelan con elocuencia el clima
moral que prevalece en las legiones imperiales.

La derrota de la invasión mercenaria lejos de aplacar al imperio
exacerbó aún más sus instintos asesinos: la respuesta fue la preparación
de un nuevo plan, Operación Mangosta, que contemplaba la realización de
numerosos atentados y sabotajes tendientes a desarticular la producción,
destruir cosechas, incendiar cañaverales, obstaculizar el transporte
marítimo y el abastecimiento de la isla y amedrentar a los eventuales
compradores de productos cubanos, especialmente el níquel. En pocas
palabras: preparar lo que luego sería el infame bloqueo integral que
sufre Cuba desde los comienzos mismos de la Revolución. Huelga decirlo
pero el pueblo cubano -patriótico, consciente y organizado, fiel
heredero de las enseñanzas de José Martí- frustró una vez más los
miserables designios de la Operación Mangosta. Al día siguiente del
bombardeo aéreo del 15 de Abril, en el homenaje que el pueblo de Cuba
rendía a sus víctimas, Fidel proclamaría el carácter socialista de la
Revolución Cubana con las siguientes palabras: "Compañeros obreros y
campesinos: esta es la revolución socialista y democrática de los
humildes, con los humildes y para los humildes". Y el 19 de Abril, en
Playa Girón, se libraría el combate decisivo que culminaría con la
primera derrota militar del imperialismo en tierras americanas.
Latinoamérica, su respiración contenida ante esta reedición del clásico
enfrentamiento entre David y Goliat, recibió con inmensa alegría la
noticia de la derrota de las fuerzas del imperio, y nuestros pueblos
terminaron por convencerse que el socialismo no era una ilusión sino una
alternativa real. Otra historia empezaba a escribirse en esta parte del
mundo. Durante aquellas históricas jornadas la camarilla
contrarrevolucionaria estaba a la espera en Miami, presta para
trasladarse a Cuba una vez que los invasores controlasen por 72 horas
una “zona liberada” que les permitiera constituirse como “gobierno
provisional” y, desde allí, solicitar el reconocimiento de la Casa
Blanca y la OEA, y la ayuda militar de Estados Unidos para derrotar a la
Revolución. Pero Fidel también lo sabía, y por eso su voz de mando fue
la de aplastar a la invasión sin perder un minuto, cosa que
efectivamente ocurrió. Parece que en Miami todavía siguen esperando.

- Dr. Atilio A. Boron, director del Programa Latinoamericano de
Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires,
Argentina www.centrocultural.coop/pled http://www.atilioboron.com

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