Por Nubia Piqueras Grosso
México, 14 mar (PL) Las relaciones mexicano-estadounidenses continúan tensas, tras las revelaciones de una operación encubierta de tráfico de armas fuera de control, bajo el sugestivo nombre de "Rápido y Furioso", apelativo tomado de la película homónima.
En el filme, estrenado en el 2001, una misteriosa banda de delincuentes se dedica a robar autos en plena marcha, entre ellos vehículos deportivos, y la Policía decide infiltrar a un hombre en el mundo de las carreras ilegales para descubrir posibles sospechosos.
Dejándose arrastrar por el argumento de la ficción cinematográfica, la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) de Estados Unidos, permitió el suministro de armas al narcotráfico mexicano, con el objetivo de rastrear a sus capos, pero perdió el control de al menos dos mil de ellas.
El programa, ejecutado entre 2009 y 2010, facilitó la compra legal y el envío ilegal a México de rifles de asalto AK-47, el letal "cuerno de chivo", Barret calibre 50 y un arma conocida como "matapolicías".
El clímax de la trama real se produjo cuando paradójicamente el gobierno estadunidense descubrió e informó que el arma con la cual fue asesinado en San Luis Potosí su agente Jaime Zapata, de la Agencia de Aduanas y Migración (ICE), fue una de las que entró al país y cuyo rastreo falló.
Días después, el complejo de culpa obligó al agente de ATF John Dodson a denunciar ante las cámaras de la televisión que su institución recibió órdenes de no impedir que alijos de armas pasaran la frontera común, y aseguró que cada operación luego coincidía con una acción violenta en territorio mexicano.
Este proceder encubierto ocurrió a espaldas del Gobierno Federal de México, informó la Procuraduría General de la República (PGR), que en un reciente comunicado negó tener conocimiento de los hechos y ratificó que nunca hubiese autorizado ese tipo de acciones.
"Rápido, Furioso y en Secreto", ironizó el periódico Milenio al referirse a la forma en que fue vulnerada la soberanía nacional, en tanto políticos de todas las posiciones ideológicas coinciden en criticar la intromisión de la nación vecina, acto que deberán aclarar esta semana ante el Congreso importantes autoridades del país.
Mientras, actores políticos exigen más energía del Gobierno Federal a través de discursos e impugnaciones que van desde reclamos al respeto soberano hasta duras acusaciones de "entreguismo", pero todas con un denominador común: ofrecer explicaciones al respecto.
Políticos, analistas y comentaristas de prensa coinciden en que la incómoda situación afectará las relaciones diplomáticas entre ambos países, pese a la negativa pública de las autoridades implicadas en el escándalo, pues el malestar se expresó en acusaciones y desmentidos de ambos lados sobre el conocimiento o no de la operación.
A ello se suman las declaraciones del presidente Felipe Calderón al Washington Post en relación con los perjuicios provocados por el embajador estadounidense Carlos Pascual con sus cuestionamientos sobre instituciones como el Ejército, según cables secretos revelados por Wikileaks.
Algunos medios mexicanos consideraron que el "desquite" del diplomático se produjo, cuando la embajada informó que México sí conocía de la operación "Rápido y Furioso", respaldando así las afirmaciones del Fiscal General de Estados Unidos, Eric Holder, ante el Senado de su país.
Esto generó un desmentido público de la PGR que hizo cambiar el tono de Serrano, quien en un acento conciliador aclaró que "no hay contradicción entre el comunicado del gobierno mexicano y la información proporcionada por su país, con respecto a la operación Rápido y Furioso".
El informe de la misión destacó que a través de ella se desmanteló una importante banda de 20 traficantes de armamentos en territorio estadounidense, y agregó que en lo relativo a las "supuestas transferencias de armas en territorio mexicano, ello es, en estos momentos, sólo un alegato que se investiga".
Sin embargo, un nuevo reporte de la cadena CBS señala que estas tácticas de la ATF fueron utilizadas en más de una ocasión, e informa de por lo menos otro caso en Tucson en 2008, conocido como "Wide Receiver" (Receptor abierto).
En la película "Fast and Furious" (Rápido y Furioso), el joven y fornido Brian es un agente infiltrado en el mundo del tunning (carreras ilegales de autos) donde conoce a Dominic, rey indiscutible del medio y sospechoso de los atracos a camioneros y de narcotráfico.
La trama cinematográfica lleva a Brian a establecer una relación sentimental con la hermana de Dominic, al punto que el compromiso familiar le hace incumplir sus funciones policíacas, por lo que nunca detiene al culpable.
Por el contrario, la vida real le demostró a la ATF que el crimen organizado tiene tentáculos muy fuertes, capaces de descubrir y neutralizar un engaño como del que serían objeto a través de esta operación.
Pero, los agentes estadounidenses debieron aprender también que los guiones de ficción solo son buenos para el entretenimiento de quienes buscan filmes para no pensar, pero trasladar la táctica del doble juego al suministro deliberado de armas pone en riesgo la seguridad de un país y pisotea la soberanía del vecino.
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