Su designación es un triunfo para la derecha retardataria y apátrida colombiana
Por Fernando Arellano Ortiz
Si bien es entendible que los cancilleres de los países de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) reunidos en Quito el pasado 11 de marzo hayan adoptado una decisión salomónica en el sentido de que la Secretaría Ejecutiva de este organismo la compartieran durante los próximos dos años Colombia y Venezuela, desde el punto de vista político es un gran retroceso.
En efecto, la presencia de la colombiana María Emma Mejía Vélez como vocera de UNASUR durante los próximos doce meses no solamente constituye una amenaza sino que contradice con el espíritu de esta organización de generar espacios autónomos en lo político y en lo económico para consolidar el proceso emancipatorio de la región.
Mejía Vélez, se ha caracterizado en Colombia por su oportunismo y su permanente cambio de bandería política. Además de carecer de una sólida formación académica ha sido funcional de todos los gobiernos, no tiene ideología definida y es servil al corrupto y apátrida establecimiento colombiano.
Su afán de figuración y su ambición desmedida la ha llevado a transitar por todas las corrientes políticas (desde la derecha hasta la izquierda, pasando por el centro) en busca de acceder a cargos de elección popular, sin ningún éxito.
Su glamour y cierto encanto femenino así como su procedencia familiar le han servido para escalar posiciones burocráticas importantes pero su desempeño ha sido opaco por no decir negativo.
Tras sus consecutivos fracasos electorales y luego de haber tratado de utilizar como catapulta política al único partido de izquierda y de oposición en Colombia, el Polo Democrático Alternativo, Mejía Vélez se refugió en el periodismo, aprovechando sus nexos de amistad con el potentado colombiano Julio Mario Santo Domingo, accionista mayoritario de Caracol televisión, haciéndose otorgar la conducción de un programa de entrevistas que se llama “Entérate con María Emma”, en el cual la mayoría de sus invitados son representantes de la derecha y del statu quo.
Igualmente y simulado un rol de altruismo, está al frente de la presidencia de la Fundación Pies Descalzos de la prestigiosa cantante Shakira, que le ha servido de punta de lanza para hacer excelentes relaciones públicas con las firmas transnacionales, con el propósito de promover falsas campañas de “responsabilidad social empresarial”, como denominan los neoliberales las causas de solidaridad pero con plata ajena.
Ahora funge de amiga personal y política del ultraderechista y furioso neoliberal Juan Manuel Santos Calderón, un cuestionado y oscuro personaje que quiere aparecer en su rol de mandatario de Colombia como un dirigente progresista y que le apuesta a la integración latinoamericana.
Santos Calderón, quien es un lobo con piel de oveja, y que además en reciente entrevista con un familiar suyo que se desempeña como director de una importante revista del establecimiento, se declaró “proestadounidense”, no ha cejado en su empeño de entregar en administración las bases militares colombianas al Comando Sur, como fue su deseo durante su paso por el Ministerio de Defensa en el cuestionado gobierno del tenebroso Álvaro Uribe Vélez, para atemorizar a Venezuela, como aconsejó el senador republicano Paul Coverdell, ponente del Plan Colombia en el Congreso norteamericano, en abril de 2002.
Santos, además, a comienzos de la década del 2000 se caracterizó desde su Fundación Buen Gobierno de montar una matriz de desprestigio y estigmatización del presidente Hugo Chávez Frías con respaldo de organizaciones ultraconservadoras de Estados Unidos y como titular de la cartera de Defensa en el gobierno de Uribe Vélez fue el artífice de la violación de soberanía en territorio ecuatoriano para ultimar al comandante guerrillero Raúl Reyes y puso en marcha, al mismo tiempo, una estrategia para satanizar al presidente Rafael Correa Delgado.
A escasos siete meses de haber comenzado su gobierno de tinte neoliberal, Santos un habilidoso y astuto estratega de la marrullería quiere hacer creer a los incautos que ha cambiado de estilo y de política, como si sus antecedentes y dudosa trayectoria pública no demostraran que la farsa, el engaño, la simulación y la hipocresía, son sus principales armas.
El gobierno de Santos Calderón no es más que una operación de cosmetología mediática para que el modelo elitista del gran capital continúe su hegemonía en Colombia, al tiempo que se esfuerza por lavar la fachada ensangrentada que ha acumulando este país en las últimas décadas.
Esta es la característica a grandes rasgos del gobierno que va a representar a Colombia en UNASUR, María Emma Mejía.
Con qué autoridad moral, ética y política Mejía Vélez puede hablar de integración latinoamericana, de respeto a los derechos humanos, de cooperación económica entre los países del sur del continente, cuando su Presidente en una actitud lacaya está entregando a Colombia al capital financiero especulativo transnacional, le apuesta al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y está seriamente involucrado en delitos como desaparición forzada en el caso que en Colombia se conoce como los “falsos positivos”, eufemismo usado militar y mediáticamente para denominar los crímenes de Estado contra pobres e indefensos colombianos.
Cómo podrá hablar doña María Emma en UNASUR de integración económica y de impulso a la equidad social de los pueblos cuando basta con darle una rápida mirada al Plan Nacional de Desarrollo del gobierno de Santos, actualmente en discusión en el Congreso de la República, para darse cuenta que constituye un engendro antisocial que consolida y profundiza el criminal modelo narcoparamilitar y neoliberal entronizado en Colombia desde hace varias décadas por su desvergonzada y retardataria clase dirigente tradicional.
Qué autoridad moral y política le cabe a Mejía Vélez para hablar de defensa del medio ambiente en UNASUR cuando en Colombia su gobierno se dispone a entregar más de siete millones de hectáreas a los poderosos inversionistas, banqueros, terratenientes, grandes comerciantes y al capital extranjero para fomentar el monocultivo de palma africana, biocombustibles e impulsar la megaminería, con los negativos efectos sociales, económicos y ambientales que ésta acarrrea.
Con qué cara puede hablarles a los cancilleres de Suramérica de hermandad cuando el gobierno de Santos a través de una medida apátrida y descarada busca que las empresas mercenarias, principalmente norteamericanas que operan en Colombia, terminen apropiándose de las bases militares de este país para desarrollar espionaje electrónico e inteligencia contra los países de la región. Para el efecto, el Plan de Desarrollo santista prevé en el corto y mediano plazo “enajenar o entregar en administración la infraestructura militar y policial estratégica”, proceso que podrá regirse por el derecho privado.
Cómo podrá la señora Mejía Vélez hablar de desarrollo humano sostenible cuando en su país, el gobierno que representa en UNASUR ha anunciado que va a privatizar la educación pública y va a fortalecer al gran capital que convirtió en rentable negocio la salud y las pensiones de los colombianos.
La presencia de Mejía Vélez en UNASUR es un descrédito para la organización, habida cuenta que el gobierno al que representa está salpicado de sangre, corrupción, entrega de la soberanía y abyección a Washington y al capital financiero especulativo internacional.
Por eso la presidenta del Polo Democrático Alternativo, Clara López Obregón, se apresuró a emitir un comunicado público tan pronto como Mejía fue designada como secretaria ejecutiva de este organismo internacional, señalando enfáticamente que esta señora que militó en ese partido de izquierda, de ninguna manera lo representa.
Al fin de cuentas, Mejía Vélez pertenece a esa categoría de oportunistas que medran del poderoso de turno y que se pueden denominar politiqueros golondrina, al igual que los capitales que llegan a un determinado país por corto tiempo, aprovechan las altas tasas de rentabilidad y luego salen “volando”, cuando las circunstancias ya no les son favorables.
Para el gobierno de Santos y para sus corifeos mediáticos, la elección de Mejía en la Secretaría Ejecutiva de UNASUR constituye un triunfo diplomático, pero para las fuerzas progresistas que le apuestan a la consolidación del proceso emancipatorio y al entierro de la “larga y negra noche neoliberal” en Latinoamérica, es una amenaza al proceso de autodeterminación de los pueblos.
No hay que equivocarse, la Secretaría de UNASUR en manos del gobierno de Colombia a través de un títere como María Emma Mejía es un triunfo para la derecha retardataria, apátrida y lacaya auspiciada por Washington, que representan Santos y sus oscuros aliados en la región.
No queda más, en consecuencia, que tener una mirada vigilante y desconfiada, mientras pasan los doce meses del periodo de Mejía Vélez en UNASUR y la Secretaría Ejecutiva recobre la dignidad latinoamericana y patriota con Alí Rodríguez Araque.
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