El artículo publicado en el portal la Razón Pública, intitulado La crisis de Venezuela: una amenaza grave para Colombia, me
ha motivado a exponer porqué el ejemplo de Venezuela es un peligro para
Colombia. Es evidente que los plumíferos al servicio de la política
injerencista y colonizadora de Estados Unidos, los une en la declarada
guerra de cuarta generación que hoy se le hace a Venezuela, y el autor
de dicho artículo no es la excepción.
Cierto que Venezuela es un grave peligro para Colombia, pero no como maliciosamente lo afirma: “En
medio de una tragedia, el régimen de Maduro sigue aferrado al poder a
toda costa. Por eso está tratando de agravar el conflicto con Colombia”.
No es Venezuela la que aliada a Estados Unidos y con el Secretario
General de la desprestigiada OEA, trabajan febrilmente para promover el
derrocamiento del gobierno del presidente Iván Duque o de algún otro
mandatario en nuestra región. Es totalmente a la inversa, es público y
notorio que el gobierno colombiano se dedica, en todos los foros
internacionales, en estrecha alianza con el gobierno de los Estados
Unidos, con el mercenario Luis Almagro y los ultraderechistas
mandatarios de Chile, Paraguay y Brasil, de promover acciones para
lograr el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro.
Fue el
gobierno de Colombia sirviendo como peón y mandadero del Departamento de
Estado y del corrupto Luis Almagro, el que promovió e hizo la propuesta
de crear el Grupo de Lima en agosto del 2017, luego del fracaso sufrido
en la Cumbre de las América al no lograr la resolución de condena al
gobierno de Maduro. El prácticamente fenecido Grupo de Lima, siempre
fracasó en todos estos intentos y en la 49 Asamblea de la OEA, celebrada
en Medellín, el pasado mes de junio, sufrió un severo golpe, que
provocó el retiro de la delegación de Uruguay, cuando se trató de
reconocer a Julio Borges como representante del inexistente gobierno del
autoproclamado presidente Juan Guaidó en la OEA.
Lo
sorprendente de este intento y la ilegitimidad manifiesta es, que
Venezuela ya no es, al igual que Cuba, miembro de la fétida OEA y el
terrorista Julio Borges era el sujeto por el que presionaba Colombia,
Almagro y Estados Unidos para representar al inexistente gobierno de
Guiadó: Que vergüenza…
Borge, protegido por el gobierno de
Colombia, y pedido en extradición a Interpol por Venezuela, acusado de
organizar acciones terroristas en Caracas y en el intento de magnicidio
contra el presidente Maduro, goza de la más absoluta protección y
complicidad del gobierno de Iván Duque y está la incógnita, si la
Interpol cumple o no con sus funciones de ordenar su detención o está al
servicio del imperio solamente.
Pero no solamente Colombia ha
tomado un papel protagónico en lo político y diplomático, también en el
campo militar, su estrecha alianza con el Comando Sur y con la OTAN; la
instalación de 7 o más bases militares estadounidenses en territorio
colombiano establecidas durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. El
gobierno venezolano fue públicamente amenazado por Uribe Vélez, cuando,
dijo que “le faltó tiempo para intervenir militarmente en Venezuela”. También es conocido que Chávez le respondió “que a Uribe no le faltó tiempo, sino que le faltó cojones” .
En declaraciones del ahora senador Uribe Vélez, citadas por la agencia
AFP, al referirse a los diálogos del gobierno de Maduro con la oposición
en Noruega, expresó: “la salida debe ser de fuerza y no de diálogo”. Conociendo
todas estas declaraciones y acciones injerencistas del gobierno de
Duque y su mentor Uribe Vélez, como puede afirmar este plumifero, que
Maduro “está tratando de agravar el conflicto con Colombia”
Fue el gobierno de Colombia el que apoyó a un grupo de paramilitares
colombianos y contrarrevolucionarios venezolanos, encabezados por Juan
Guaidó, en la violenta agresión, el pasado 23 de febrero contra
Venezuela, desde el paso fronterizo de Cúcuta, Colombia. Esa agresiva y
violenta acción estuvo acompañada y respaldada por los presidentes de
Colombia, Chile y Paraguay y del Secretario General de la OEA, bajo el
supuesto argumento de ingresar por la fuerza “ayuda humanitaria” a
Venezuela, desconociendo al gobierno de Nicolás Maduro.
La
violencia desatada en territorio venezolano, desde Cúcuta, dada a
conocer por los derechistas medios colombianos, latinoamericanos y
estadounidenses, culpando a Venezuela, fueron desenmascarados días
después por el diario New York Times, cuando presentó pruebas de que
toda la acción violenta con armas de fuego y cocteles molotov fueron
ejecutadas desde territorio colombiano por elementos
contrarrevolucionarios y paramilitares, con el apoyo de la policía
colombiana, donde hubo víctimas fatales y heridos.
De acuerdo a
las leyes internacionales, esta acción está considerada jurídicamente
como un acto de agresión y puede ser llevado por Venezuela a la Corte
Penal Internacional, (CPI).
Venezuela no es un peligro para
Colombia en el campo de la violencia, sí es un peligro para la
oligarquía colombiana por el ejemplo que representa en lo social,
económico y político, para el empobrecido, desprotegido y mayoritario
pueblo colombiano, cuando estos conozcan que la Revolución Bolivariana
llevó a cabo la misión de eliminar el analfabetismo y ya hace varios
años es libre de analfabetos, que ha logrado un sistema de educación
gratuito para todo su pueblo, desde los grados primarios hasta
universitarios, y ha invertido un alto presupuesto en la Educación eso
es un peligro para Colombia.
A diferencia de Venezuela, el
gobierno colombiano desarrolla una intensa política de privatización de
la enseñanza y las condiciones de atención a la educación primaria,
media y superior es sumamente precaria. Existe un alto nivel de
analfabetismo. La crisis económica lleva a miles de niños a trabajar en
condiciones infrahumanas, mientras que las condiciones materiales de las
escuelas en el campo son deplorables y el presupuesto nacional para
educación es menos del 2 por ciento.
La Revolución Bolivariana
priorizó y ha invertido cuantiosos recursos en el tema de la salud, para
dar atención médica gratuita a su pueblo, ha salvado miles de vidas,
mientras en Colombia la crisis de salud y alimentación es tan grave,
que, como es públicamente conocido, solamente en el Departamento de la
Guajira, más de 4,500 niños fallecieron por desnutrición, pero además,
los gobiernos colombianos, desde hace 20 años a la fecha, rebajaron el
presupuesto de salud y priorizaron la privatización de la salud para
beneficio y enriquecimiento de un minoritario grupo empresarial bajo el
nombre de EPS.
La ley 50 y 100 promovida por el entonces
senador Álvaro Uribe Vélez, en la década del 80 y 90, liquidó las
prestaciones sociales, para beneficiar la privatización de la salud y de
otras conquistas sociales, a diferencia de Venezuela, que tomó medidas
para favorecer a los sectores más desprotegidos.
Claro que ese
ejemplo venezolano es el que pone en peligro al gobierno colombiano, si
se tiene en cuenta que la Revolución Bolivariana nacionalizó la
industria petrolera, para ponerla al servicio de su país, el agua, la
electricidad, gas, teléfonos y otros servicios básicos pasaron a ser
propiedad del Estado venezolano, que a diferencia de Colombia ha
entregado todas sus riquezas y servicios públicos a empresas
extranjeras, preferiblemente estadounidense, en detrimento, también de
la mediana y pequeña industria colombiana y qué decir del campo, es el
sector que más está sufriendo la política de entrega a las
transnacionales.
La construcción y entrega a la población
venezolana de 2 millones 600 mil viviendas, de alta calidad y totalmente
amuebladas, debe ser uno de los elementos que resulta un hecho
peligroso para los colombianos que sufren graves problemas de vivienda y
que ninguno de los gobiernos en estos últimos años ha movido un dedo
para buscarle solución a tan critica situación, solo promesas
electorales, que ninguno cumple cuando logran alcanzar la presidencia,
gobernaciones y alcaldías.
La falaz mentira de que un millón
200 mil venezolanos que se han refugiado en Colombia son venezolanos,
debe ser desenmascarada, la opinión pública debe conocer que desde 1997
hasta el 2010, cerca de 6 millones de colombianos, se refugiaron en
Venezuela, huyendo de la violencia que venía provocando el conflicto
social y armado en su país.
De esos 6 millones, cerca de 4
millones lo hicieron durante el gobierno de Uribe Vélez, fue la época
que el paramilitarismo tomó más auge, fuerza y apoyo de sectores
gubernamentales y militares y la fuga del país se hizo creciente,
huyendo de los crímenes, amenazas, masacres, desapariciones y desalojos
de que fueron víctimas. Los departamentos más afectados por el
paramilitarismo fueron los de Antioquia, Córdoba, el Magdalena Medio,
Santander y Norte de Santander, y la Costa Atlántica, donde el
paramilitarismo impuso sus leyes y política.
El gobierno de
Chávez en esa época le dio albergue y no solo les acogió, sino que le
ofreció trabajo y luego de un año de residencia temporal, se
nacionalizaron venezolanos, es por eso que del millón 200 mil
venezolanos que han pedido refugio en Colombia se saben que, el 65 por
ciento son neogranadinos y emigraron a Venezuela en las décadas pasadas y
otros son hijos de colombianos radicados en la vecina nación.
Hay que tener en cuenta que, desde el triunfo de la Revolución
Bolivariana y la elección de Hugo Chávez como su presidente en 1999, el
gobierno de Estados Unidos comenzó a conspirar apoyados y en complicidad
por la vieja y corruptas organizaciones y partidos políticos del Pacto
de Punto Fijo y una rica burguesía empresarial que se dedicó a sabotear
la economía y respaldar a las acciones terrorista durante estos 20 años,
incluyendo el fracasado golpe de Estado de abril del 2002.
Las
acciones contra el gobierno venezolano llegaron a su cumbre cuando el
presidente Barack Obama en el año 2015 dicto una ridícula orden
extraordinaria, especial y ejecutiva al declarar a Venezuela como un
peligro para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos. ¿Puede
sostenerse racionalmente el argumento de que Venezuela es un peligro
para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos? Imposible, esa
irracional orden ejecutiva ha venido a respaldar todas las acciones
políticas, económicas y militares que viene ejecutando Estado Unidos
contra Venezuela.
Con el triunfo electoral del ultra
reaccionario Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en enero
del 2017 y basado en un plan del Comando Sur que ya se venía ejecutando
desde el 2014 , la administración Trump aumentó las presiones,
incluyendo sanciones financieras, graves desabastecimiento alimenticios y
médicos, guerra económica, que fue acompañada por la caída del precio
del petróleo, lo cual fue un acumulado y milimétricamente concebido en
el Plan Maestro del Comando Sur.
La crisis económica, se
agudizo a fines de pasado año y se acrecentó en estos últimos meses, el
gobierno de Donald Trump, desde el pasado año acrecentó su bloqueo y en
acciones verdaderamente piratas han incautado cerca de 30 mil millones
de dólares de los fondos del Estado venezolano depositados en sus bancos
y literalmente se ha robado la empresa CITGO, cuyo capital se calcula
en unos 7 mil millones de dólares, de otra parte el banco británico se
apropió de 1400 millones de euros, depositados en oro igual hizo el
banco de Portugal, se apropió de más de 1200 millones de euros, dinero
que estaba destinado a comprar medicamento. Un hecho inédito en la
historia del derecho internacional.
Por último el plumifero
miente, al afirmar que el gobierno de Maduro adelantó las elecciones,
falso, fue la Mesa de Unidad Democrática, (MUD) que en las
conversaciones que realizaban con el Gobierno de Maduro en República
Dominicana, había pedido el adelanto de los comicios presidenciales de
octubre del 2018, acordándose hacerla el 20 de mayo de ese año y a ese
acuerdo se había llegado en los primeros días de marzo del 2018 en
Dominicana. Conocido el acuerdo gobierno-oposición, el Jefe de la
delegación de la MUD Julio Borges, unas horas antes de firmar, recibió
una llamada telefónica desde Bogotá de Rex Tillerson entonces Secretario
de Estado, y le orientó a Julio Borges, no firmar los Acuerdos y romper
los diálogos y que viajara de inmediato a Bogotá, Colombia. Por cierto,
unos días después exactamente el 13 de marzo Tillerson fue sustituido
de su cargo y remplazado por el jefe de la CIA Mike Pompeo.
También miente cuando señala que fue el gobierno venezolano el que
rompió la Mesa de Unidad Democrática (MUD), esa concertación política de
la derecha se desmembró ella sola, por las serias diferencias que
existe al interior de dicha alianza. La prueba es que COPEI participó en
las elecciones presidenciales del 20 de mayo y este era uno de los
integrantes de la disuelta MUD.
Juzgue y razone usted, amigo
lector todos estos hechos, y saque sus propias conclusiones: Quien es el
agresor y quien el agredido.
Tony López R, Periodista, politólogo y analista internacional.
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