Barómetro Internacional
Nadie
puede imaginar, lo que hacen estos monstruos perversos, en los países
del mundo pero muy especialmente, en Argentina y en México, que usaron
como laboratorios de experimentación, para medir cómo podía realizarse
el exterminio humano y reducir la población mundial, muy drásticamente.
Y
voy a mirar a la política, que fue operándose en Latinoamérica con las
Mineras y los agronegocios, en especial Monsanto, quien se alió al
coloso Bayer, para agregar a su negocio más poder y venenos.
***
Huerquen
- Comunicación en colectivo del jueves 8 de noviembre de 2018, ha
publicado que una nueva Ley de Semillas se cocinaba a espaldas de todos
En
Argentina, para el martes 13 de noviembre la comisión de Agricultura de
la Cámara de Diputados convocó a plenario de comisiones en busca de
lograr dictamen y avanzar al tratamiento de una nueva Ley de Semillas
antes de fin de año. Desde hace meses las corporaciones del agronegocio
vienen negociando con el Poder Ejecutivo los lineamientos generales para
una nueva ley de semillas, que habrá de otorgarles a las semilleras,
como Bayer-Monsanto, Syngenta, Don Mario y otras, la posibilidad de
terminar con el “derecho de uso propio” de los agricultores, y cobrar
regalías cada vez que un agricultor utilice una semilla sujeta a
derechos de obtentor. Transformando así un derecho de todos en una
excepción para algunos (inscriptos en registros ad-hoc). Este no es el
primer intento de modificación de la Ley de Semillas Argentina, y es
parte de una ofensiva que se da en todo el mundo. Hasta ahora en nuestro
país las contradicciones entre los actores y la resistencia de las
organizaciones los hizo fracasar, pero estamos ante un nuevo embate que
amenaza con dar un paso trascendental.
El “uso propio” consiste
en el derecho de replantar las semillas obtenidas en las cosechas
anteriores. Hasta ahora, cuando un agricultor compra una bolsa de
semillas paga dentro del precio los derechos de propiedad intelectual
(“derechos de obtentor”) que pudieran tener; no obstante puede reservar
una parte de las semillas obtenidas en la cosecha para resembrar en el
siguiente ciclo. Las corporaciones buscan cortar con este derecho, y
pretenden una nueva ley que les garantice cobrar de regalías CADA VEZ
que un agricultor utilice “sus” semillas. Si bien desde las
organizaciones campesinas y de la sociedad civil decimos que es una
aberración que las semillas puedan estar sometidas a alguna forma de
propiedad intelectual (porque sostenemos que las mismas son patrimonio
de la humanidad y deben estar al servicio de los pueblos) esta
modificación busca avanzar en sentido opuesto profundizando aún más el
control corporativo sobre las semillas que son la base de toda cadena
agroalimentaria y agroindustrial.
La agricultura nace hace más de
10.000 años, cuando las comunidades campesinas y los pueblos
originarios del mundo “domestican” semillas de plantas silvestres y las
empiezan a transformar de distintas maneras. En ese vínculo se creó la
enorme biodiversidad que nos alimentó por miles de años. Ninguna semilla
agrícola sale de un tubo de laboratorio y cualquier “mejora” sobre la
que las empresas pretendan cobrar derechos de propiedad intelectual se
apoya en esos miles de años de mejoramiento fitogenético que hicieron
las comunidades alrededor del mundo. Es decir, que se apoya en el
trabajo de otros. Por eso cuando una empresa dice que una semilla es
“suya” oculta un robo al patrimonio de toda la humanidad.
El
Gobierno Nacional tomó la decisión política de avanzar con una nueva Ley
de Semillas; y en este tiempo se sucedieron una serie de reuniones
reservadas a un puñado de corporaciones (ASA, Aapresid, Aacrea, Arpov,
SRA, CRA y Coninagro, que hasta 2016 venían teniendo desacuerdos sobre
las características de la misma) junto con legisladores y funcionarios.
Desde ya, que las discusiones entre ellos son sobre los márgenes de
rentabilidad que cada sector busca mantener y no el derecho a la
alimentación de nuestro pueblo. De esta negociación fuimos excluídos la
enorme mayoría de lxs argentinos, las organizaciones campesinas, las
universidades nacionales, los pueblos originarios, las asociaciones de
consumidores, los organismos de ciencia y técnica etc etc etc
El
contenido del “consenso” en este selecto grupo de actores trascendió a
cuenta gotas a través de los medios de comunicación que, en su enorme
mayoría, se dedicaron a instalar en la opinión pública los latiguillos
con que las corporaciones buscan fundamentar su posición; lisa y
llanamente “operando” para ellas.
En paralelo la Comisión de
Agricultura de Diputados puso en agenda el tema y retomó los proyectos
presentados hasta el momento (4 proyectos de distinta autoría, más el de
Federación Agraria y el que presentó un conjunto de organizaciones
campesinas y cátedras universitarias), pero el proyecto auspiciado por
el Ejecutivo y que contiene los puntos de “consenso” entre las
corporaciones nunca estuvo sobre la mesa. “Como corresponde” la comisión
convocó a audiencias donde expusieron una serie de organizaciones,
legisladores, y personalidades ligadas al tema, fundamentando en
distintos sentidos, y una vez cumplido el trámite de “escuchar todas las
voces” se dispone a dictaminar.
La maniobra: El martes 13 de
noviembre la Comisión de Agricultura convoca a plenario de comisiones
(agricultura, más la de presupuesto y la de legislación) para emitir
dictamen y así pasar al tratamiento en la cámara de diputados, pero como
el proyecto del ejecutivo y las empresas nunca se presentó como tal
(sino que circuló en off) la maniobra puede ser la siguiente:
Poner
en tratamiento los proyectos en danza y decir “que se unifican” aún
cuando el texto resultante no tenga nada que ver con el de los proyectos
presentados formalmente: ahí es donde el “borrador” del ejecutivo deja
las sombras y aparece sobre la mesa, y su texto se transforma en la
“síntesis” sobre la que dictaminar. Con el parloteo a favor, las
empresas y el gobierno podrían lograr dictamen de mayoría en la
comisión, y dejar las voces disonantes en un testimonial dictamen de
minoría. Digna del Cirque du Soleil, una carambola que puede dejar la
Ley de Semillas que pretenden las corporaciones lista para su votación
en la Cámara de Diputados antes de fin de año.
Lo que está en
juego es enorme. En los países donde las corporaciones lograron imponer
sus leyes de semillas pasan cosas tremendas: persecución de
agricultores, criminalización del intercambio, destrucción de cosechas y
mayor control corporativo sobre los alimentos y sus precios. Por este
camino la humanidad ya perdió el 75% de la agro-biodiversidad que nos
alimentó ancestralmente, es decir que tenemos 75% menos de tipos
distintos de comida disponibles lo que en el contexto de cambio
climático puede llegar a ser dramático. La propia FAO admite el aumento
de la hambruna y la mala alimentación de 1.500 millones de personas en
el mundo; y hace pocas semanas visitó nuestro país Hilal Elver, relatora
especial sobre el Derecho a la Alimentación de la ONU, y reconoció que
el agronegocio no busca alimentar al mundo como dicen sino hacer
negocios; y que si de alimentación se trata hay que apostar a la
agroecología y a lo que ya hacen campesinos e indígenas que producen el
70% de lo que comemos.
Los “consensos” de los poderosos del
agronegocio no nos incluyen a la enorme mayoría de lxs agricultores y
ciudadanos de este país. Hay que alertar sobre estas maniobras y
movilizarnos para impedirlas. Desde distintos espacios de articulación
como la Multisectorial contra la Ley Bayer-Monsanto de Semillas o el
espacio de organizaciones campesinas y de la sociedad civil que redactó
el proyecto alternativo, sin dudas que nos manifestaremos denunciando
todo esto y convocando a lxs argentinos a impedir que este saqueo se
consume. Depende de todos nosotros.
Fuente: https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2019/01/monsanto-bayer-dominan-la-politica-para.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario