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domingo, 31 de enero de 2010
30 años de la quema de la embajada de España
Hoy se cumplen treinta años del incendio a la sede diplomática española en Guatemala y en donde fallecieron 37 personas, entre ellas campesinos, diplomáticos y funcionarios; las organizaciones sociales lamentaron que aún no se haya procesado al responsable de la masacre.
Las 37 personas murieron carbonizadas en una operación que buscaba poner fin a la ocupación de la sede por manifestantes durante el conflicto armado interno.
Las distintas actividades para conmemorar ese trágico día incluyeron una exposición fotográfica, un concierto en la plaza central, foros y mesas redondas para recordar y analizar el incendio de la sede diplomática, el 31 de enero de 1980.
Para hoy, y como última actividad programada, está una vigilia frente al inmueble que ocupaba la sede diplomática en Guatemala en la zona 9, indicó Iduvina Hernández, directora de la organización Seguridad en Democracia, una de las promotoras.
“No mataron la semilla, nosotros somos la rebeldía” y “aunque los pasos toquen mil años este sitio, no borrarán la sangre de los que aquí cayeron” , rezan las frases ideadas para el acto de memoria de las víctimas.
El 31 de enero de 1980, campesinos, estudiantes y obreros decidieron tomar en forma pacífica la embajada de España con el fin de exigir el cese de la represión del cual eran víctimas por parte del ejército, principalmente en el occidente del país, región más afectada por el conflicto armado.
Las fuerzas de seguridad rodearon el edificio, lanzando bombas incendiarias que iniciaron el fuego en las instalaciones, donde murieron calcinadas 37 personas.
Entre los fallecidos estaba Vicente Menchú, padre de la nobel de la paz y líder indígena, Rigoberta Menchú Tum, cuya fundación también participa en la organización del evento.
Asimismo, murieron el cónsul español Jaime Ruiz del Árbol, el vicepresidente Eduardo Cáceres Lenhoff y un el canciller Adolfo Molina.
Solo el embajador Máximo Cajal logró salvar su vida. Otro de los manifestantes, Gregorio Xujá, fue secuestrado en el hospital en el que ingresó con quemaduras de tercer grado y su cadáver apareció al día siguiente con señales de tortura.
Por la quema de su sede diplomática, España rompió relaciones con Guatemala por tres años.
Con información de C. Bonillo y AFP
CANCION: A los Martires de la embajada de España
Interpreta Ixim Wanima
MP3
Miles de sindicalistas protestan y paralizan el tráfico en México
El Programa Alternativa Latinoamericana sábado 30 de Enero 2010
Madeleine Speed, Hilda Venegas y Sergio Pochón
TEMA
Mineras Canadienses en Perú, "Haití hoy y hacia el mañana"; reportes de Radio Habana en la voz de su corresponsal Isidro Fardales
MP3
Dr NORBERTO EMMERICH
Desde Buenos Aires Argentina
Balance del 1er año de Gobierno de Obama y las presiones hacia América Latina y otros países
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MP3
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MUJERES POR LA DEMOCRACIA
Noticias de Género en la Red
Haití : Campamento Feminista Internacional
¿Donaciones para pagar una deuda odiosa?
La columna de Amy Goodman
“Las Voces NO callan”,
campaña de las radios comunitarias mexicanas
sobre el hostigamiento a periodistas
música de
Lila Downs
Vamos con todo
Mercedes Sosa
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MP3
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Rechazan Países No Alineados lista negra de Estados Unidos para controles en aeropuertos
Los 118 países que conforman el Buró de Coordinación del Movimiento de Países No Alineados, aprobaron este 27 de enero, en Nueva York, una declaración contra las nuevas medidas adoptadas por la Administración de Seguridad del Transporte de los Estados Unidos para los viajes internacionales hacia ese país.
La Declaración condena categóricamente la reciente decisión del gobierno de los Estados Unidos de incluir, de manera injusta y arbitraria, a nacionales y pasajeros con pasaportes expedidos por catorce países miembros del Movimiento, entre ellos Cuba, o que viajan desde o a través de éstos, en una lista elaborada de forma unilateral por los Estados Unidos, que conlleva la aplicación de medidas adicionales de control de seguridad en los aeropuertos del mundo, al ser acusados por el Departamento de Estado como “países patrocinadores del terrorismo internacional”, así como otros considerados “de interés”.
En su declaración, el MNOAL rechaza rotundamente la confección unilateral de listas que acusan a algunos países de apoyar el terrorismo internacional e insta a todos los Estados a cumplir con sus obligaciones bajo el derecho internacional y el derecho internacional humanitario en el combate contra el terrorismo.
Asimismo, el Movimiento de Países No Alineados condena cualquier calificativo que sea inaceptable para los Estados y hace énfasis en la defensa del multilateralismo y las organizaciones multilaterales como los marcos idóneos para resolver, mediante el diálogo y la cooperación, los problemas que aquejan a la humanidad.
PRESIDENCIA DEL BURO DE COORDINACION DEL MOVIMIENTO DE PAISES NO ALINEADOS
Declaración del Buró de Coordinación del Movimiento de Países No Alineados con relación a la declaración de la Administración de Seguridad al Transporte de Estados Unidos sobre nuevas medidas de seguridad para vuelos internacionales hacia los Estados Unidos
El Buró de Coordinación del Movimiento de Países No Alineados rechaza de forma categórica la decisión tomada recientemente por el gobierno de los Estados Unidos de América de incluir injusta y arbitrariamente a nacionales y pasajeros con pasaportes expedidos por catorce países miembros del MNOAL, o que viajan desde o a través de ellos, en una lista unilateral de los que requieren inspección especial obligatoria y discriminatoria en los aeropuertos, algunos de estos países acusados por el Departamento de Estado de ser “patrocinadores del terrorismo internacional” y otros considerados “países de interés”.
El Buró de Coordinación del Movimiento de Países No Alineados rechaza rotundamente la confección unilateral de listas que acusan a los Estados de apoyar supuestamente el terrorismo, los cuales son incompatibles con el derecho internacional y constituyen una forma de terrorismo psicológico y político aplicado por ese Estado.
Al reafirmar sus posiciones sobre el terrorismo, el Buró de Coordinación del Movimiento de Países No Alineados insta a todos los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, a cumplir con sus obligaciones bajo el derecho internacional y el derecho internacional humanitario para combatir el terrorismo; incluyendo la observancia y la aplicación de las disposiciones de todas las convenciones internacionales y de los instrumentos regionales y bilaterales con relación al terrorismo, de los cuales son Estado parte.
En consecuencia, el Buró de Coordinación del Movimiento de Países No Alineados condena cualquier calificativo que sea inaceptable para los Estados y pueda dañar sus relaciones bilaterales; y hace énfasis en la defensa del multilateralismo y las organizaciones multilaterales como los marcos idóneos para resolver, mediante el diálogo y la cooperación, los problemas que aquejan a la humanidad.
Nueva York, 27 de enero de 2010
Gladio: las alcantarillas de su majestad
Daniele Ganser*/ Red Voltaire / Octava y última parte
En 1988, dos años antes del estallido del escándalo sobre el Gladio, la BBC reveló la existencia de una cooperación entre las fuerzas especiales estadunidenses y británicas. En un documento titulado The Unleashing of Evil, la BBC reveló al público que el británico Special Air Service (SAS) y los Boinas Verdes estadunidenses no habían vacilado en torturar a sus prisioneros en cada una de las campañas desarrolladas desde hacía 30 años en Kenya, Irlanda del Norte, Omán, en Vietnam, Yemen, Chipre y en otros países. Luke Thomson, un exoficial de Boinas Verdes, explicaba ante las cámaras de la BBC que las tropas de elite estadunidenses y británicas seguían un programa de entrenamiento común en Fort Bragg. Basándose en esa declaración, Richard Norton Taylor, el realizador de aquel documental, quien además se distinguió dos años más tarde por sus investigaciones sobre el caso Gladio, concluyó que la crueldad “está finalmente más extendida y más anclada en nuestra naturaleza de lo que nos gusta creer”.
Durante otra operación secreta, los Boinas Verdes entrenaron también a los escuadrones de Khmers Rojos, que participaron en el genocidio cambodiano, después de que se estableciera el contacto por parte de Ray Cline, alto responsable de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y consejero especial del presidente estadunidense Ronald Reagan. Cuando estalló el escándalo del Irangate, en 1983, el presidente Reagan, que quería evitar a toda costa un nuevo escándalo, pidió a la primera ministra británica Margaret Thatcher que los británicos reemplazaran a los estadunidenses.
Margaret Thatcher envió entonces al SAS a Cambodia para entrenar allí mismo a las tropas de Pol Pot. “Fuimos primero a Tailandia, en 1984”, testimoniaron más tarde varios oficiales del SAS. “Trabajábamos con los yanquis. Estábamos muy compenetrados, como hermanos. A ellos no les gustaba aquello más que a nosotros. Les enseñamos un montón de cosas técnicas a los Khmers Rojos”, recuerda el oficial. “Al principio, ellos querían simplemente entrar en las aldeas y acabar con la gente a machetazos. Les dijimos que se calmaran.” El SAS no se sentía muy a gusto en aquella misión: “Muchos de nosotros hubiésemos cambiado de bando a la primera oportunidad. Estábamos tan asqueados. Odiábamos tanto que nos asociaran con Pol Pot. Se lo aseguro, somos soldados, no asesinos de niños”.
“Mi experiencia en las operaciones secretas me ha enseñado que nunca lo son por mucho tiempo”, dijo con una sonrisa el mariscal Lord Carver, jefe del Estado Mayor y futuro comandante en jefe de la Defensa británica. Su observación pudiera aplicarse al Gladio. “Después que usted mete el dedo en el mecanismo, siempre existe el riesgo de que las Fuerzas Especiales empiecen a actuar por su cuenta, como hicieron los franceses en Argelia y quizás más recientemente en el caso del Rainbow Warrior, en Nueva Zelanda”, cuando el Servicio [francés] de Documentación Exterior y de Contraespionaje hundió, el 10 de agosto de 1985, el barco de Greenpeace que trataba de oponerse a los ensayos nucleares franceses en el Pacífico.
El “mecanismo” también designaba, por supuesto, las acciones del SAS en Irlanda del Norte, donde los republicanos irlandeses consideran a los miembros de ese servicio especial británico ni más ni menos que como terroristas. “Hay buenas razones para pensar –acusaban sus opositores– que, incluso desde el punto de vista británico, el SAS creó en Irlanda del Norte más problemas de los que resolvió”.
Al estallar el escándalo del Gladio, en 1990, la prensa británica observó que quedaba “ahora demostrado que el Special Air Service estaba metido hasta el cuello en el proyecto de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y que había servido, con el MI6 (Servicios Secretos de Gran Bretaña), para entrenar guerrilleros y saboteadores”. Los periódicos británicos mencionaron sobre todo una “unidad stay-behind italiana entrenada en Gran Bretaña. Todo parece indicar que aquello duró hasta mediados de la década de 1980 (…) se ha comprobado que los SAS prepararon en la zona alemana ocupada por los británicos una serie de escondites donde se almacenaban armas”.
Las informaciones más importantes sobre el papel que el Reino Unido había desempeñado fueron proporcionadas por la investigación del parlamento suizo sobre el ejército secreto stay-behind helvético, conocido como P26. “Los servicios secretos británicos colaboraron estrechamente con una organización clandestina armada, P26, en el marco de una serie de acuerdos secretos que vinculaban a una red europea de grupos de ‘resistencia’”, reveló un diario a una población suiza estupefacta y convencida de la neutralidad de su país.
El juez Cornu, encargado de investigar el escándalo, describió en su informe La colaboración entre el grupo [P26] y los servicios secretos británicos como “intensa”, ya que estos últimos aportaron su preciada experiencia. Según el informe, los cuadros del P26 participaron en ejercicios regulares en el Reino Unido. Los consejeros británicos, posiblemente del SAS, visitaron campos secretos de entrenamiento en Suiza.” Ironía del destino, los británicos sabían sobre el ejército secreto suizo mucho más que los propios suizos, ya que “las actividades del P26, sus códigos y el nombre del jefe del grupo, Efrem Cattelan, eran de conocimiento de los servicios ingleses, mientras que el gobierno helvético era mantenido en la ignorancia, precisa el informe. Afirma [además] que los documentos relacionados con los acuerdos secretos adoptados entre los británicos y el P26 nunca han sido encontrados”.
Durante las décadas de 1960, 1970 y 1980, los miembros suizos del Gladio se entrenaron en el Reino Unido con los instructores de las Fuerzas Especiales británicas. Según Alois Hurlimann, instructor militar y posiblemente exmiembro del Gladio suizo, el entrenamiento incluía operaciones no simuladas contra activistas del IRA (Ejército Republicano Irlandés), probablemente en Irlanda del Norte. Hurlimann dejó escapar esas revelaciones durante una conversación en el marco de un curso de inglés.
En un inglés aproximativo, Hurlimann explicó que, en mayo de 1984, él mismo había participado en ejercicios secretos en Inglaterra, que incluían la toma por asalto de un depósito de municiones del IRA. Hurlimann agregó que había participado personalmente en aquella misión, portando un traje de camuflaje, y que había comprobado la muerte de por lo menos uno de los miembros del IRA.
Resulta interesante saber que la investigación del juez Cornu permitió descubrir, en 1991, la existencia, en algún lugar de Inglaterra, del centro de mando y de comunicaciones del Gladio, equipado con el sistema Harpoon, extremadamente característico. En 1984, un “acuerdo de cooperación”, que se completó tres años después con un “memorando sobre la asistencia Técnica”, mencionaba de forma explícita “centros de entrenamiento en Gran Bretaña, la instalación de un centro suizo de transmisión en Inglaterra y la cooperación de los dos servicios sobre las cuestiones técnicas”. Desgraciadamente, como señala el juez Cornu, “no logramos encontrar ni el acuerdo de cooperación ni el memorando sobre la asistencia técnica”.
La persona responsable en el seno de los servicios secretos militares suizos declaró que había tenido que “transmitírselos a los servicios secretos británicos en diciembre de 1989 por razones desconocidas, sin conservar la copia”.
“Los cuadros de la organización suiza consideraban a los británicos como los mejores especialistas en la materia”, precisa el informe del gobierno de Berna.
Después del descubrimiento de los ejércitos secretos, a finales de 1990, un exresponsable de la inteligencia de la OTAN que se mantuvo en el anonimato afirmó que “había una división del trabajo entre el Reino Unido y Estados Unidos: los primeros se encargaban de las operaciones en Francia, Bélgica, Holanda, Portugal y Noruega, mientras que los estadunidenses se ocupaban de Suecia, Finlandia y del resto de Europa”. Esta separación de tareas no estuvo exenta de dificultades en todos los países, como lo demuestra el ejemplo italiano. El 8 de noviembre de 1951, el general Humberto Broccoli, uno de los primeros directores del SIFAR, los servicios secretos militares italianos, escribió al ministro de Defensa Efisio Marras sobre las cuestiones relacionadas con la red stay-behind y el entrenamiento de los miembros del Gladio.
Broccoli explicaba que los británicos habían creado estructuras similares en Holanda, en Bélgica y “posiblemente también en Dinamarca y en Noruega”. El general estaba feliz de confirmar que Gran Bretaña “se propone beneficiarnos con su gran experiencia” mientras que los estadunidenses han “ofrecido contribuir activamente a nuestra organización proporcionando hombres, material (gratuito o prácticamente gratis) y quizás incluso hasta fondos”. Broccoli subrayaba también lo juicioso que sería enviar siete oficiales italianos cuidadosamente seleccionados a pasar un entrenamiento especial en Inglaterra, entre noviembre de 1951 y febrero de 1952, ya que esos mismos oficiales podrían transmitir después su experiencia a los miembros del Gladio italiano. El jefe de los servicios secretos militares italianos, Broccoli, pedía al ministro de Defensa, Marras “dar su aprobación a ese programa porque, aunque los británicos no lo saben, yo me puse de acuerdo con los servicios secretos americanos para que Italia participe”.
El entrenamiento Gladio que proporcionaban los británicos no era gratuito. Se trataba en realidad de un lucrativo comercio. Broccoli reconocía que “podemos esperar un costo total de unos 500 millones de liras que no pueden salir del presupuesto del SIFAR y que deberían ser incluidos en el de las Fuerzas Armadas”. Como indicaba el general italiano, el MI6 había ofrecido entrenar a los oficiales del Gladio italiano a condición de que Italia comprara armamento en Gran Bretaña. Al mismo tiempo, sin embargo, la CIA, en algo que se parece mucho a un intento por extender su esfera de influencia, proponía proveer gratuitamente las armas destinadas al Gladio.
A fin de cuentas, los italianos decidieron… no decidir. Enviaron sus oficiales a recibir la prestigiosa instrucción de los centros de entrenamiento británicos y concluyeron simultáneamente con Estados Unidos un acuerdo secreto que les garantizaba un aprovisionamiento gratuito en armas, lo cual no fue del agrado de los británicos. Cuando el general Ettore Musco, quien fue el sucesor de Broccoli a la cabeza del SIFAR, viajó a Inglaterra para visitar Fort Monckton, el recibimiento fue particularmente frío: “En 1953, los británicos, furiosos por haberse dejado engañar, le reprocharon al general Musco que ‘su servicio se haya entregado en cuerpo y alma a los americanos’”.
Italia no fue el único terreno de aquella lucha entre la CIA y el MI6 por extender sus respectivas esferas de influencia. A finales de 1990, después de enterarse de la existencia de la red secreta, el ministro de Defensa de Bélgica, Guy Coeme, explicó que “las relaciones entre los servicios de inteligencia británico y belga se remontaban a los contactos establecidos por el señor Spaak y el jefe de los servicios de inteligencia del Reino Unido [Menzies] y a un arreglo pactado entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Bélgica”.
Aquel “menage à trois” tenía también sus inconvenientes ya que el MI6 y la CIA querían garantizar –cada uno por su cuenta– que Bélgica no privilegiara a uno de ellos en detrimento del otro. El jefe del MI6, Steward Menzies, escribió entonces al primer ministro belga de aquella época, Paul Henri Spaak, una carta fechada el 27 de enero de 1949: “He tenido el placer de poder entrevistarme con usted personalmente sobre ciertos temas que atañen a nuestros respectivos países, que considero primordiales y que me han preocupado particularmente en los últimos tiempos”.
Después de esto, Menzies insistía en la necesidad de intensificar la colaboración “sobre la cuestión del Kominforn y de posibles actividades hostiles” y de comenzar “a concebir organizaciones de inteligencia y de acción útiles en caso de guerra”. Más exactamente, “ciertos oficiales deberían viajar al Reino Unido en los próximos meses para estudiar, en colaboración con mis servicios, los aspectos concretos de esas cuestiones”. Muy inquieto ante la idea de que Spaak pudiese preferir tratar con la CIA antes que con el MI6, Menzies subrayó que él mismo había “considerado siempre la participación de los estadunidenses en la defensa de Europa occidental como algo capital”, pero que seguía convencido de que “los esfuerzos de todos, incluyendo los de los estadunidenses, deben inscribirse en un conjunto coherente.
“Por consiguiente, si Estados Unidos tuviese que realizar, conjuntamente [con los servicios belgas] preparativos con vistas a enfrentar una guerra, [a él le parecía] esencial que esas actividades se coordinen con las [suyas]” y que sabía que podía contar con la comprensión del primer ministro belga.
Menzies se refería después al Comité Clandestino de la Unión Occidental, un órgano creado en 1948 que dirigió las operaciones de guerra no convencional hasta que se firmó, en 1949, el Tratado del Atlántico y que la OTAN se hizo cargo de la coordinación de la red Gladio. “Ese tipo de cooperación”, insistía el británico Menzies en su carta al primer ministro belga Spaak, “permitirá, ante todo, evitar complicaciones con los jefes del Estado Mayor de la Unión Occidental”.
“Ya indiqué al jefe de los servicios americanos que estoy dispuesto a elaborar planes para establecer el marco de una profunda cooperación con él sobre esa base, por eso sugiero que todos los proyectos formulados por ellos sean sometidos a Washington antes de ser discutidos en Londres por los servicios americanos y británicos.” Menzies señalaba también que el Gladio belga tenía que equiparse y precisaba que: “Los pedidos en materia de entrenamiento y equipamiento tendrán que ser formulados en breve”.
“Ya ordené la construcción de ciertas instalaciones destinadas al entrenamiento de los oficiales y de personas recomendadas por la dirección de los servicios secretos de ustedes y tendré la posibilidad de conseguir para ustedes el equipamiento actualmente en proceso de fabricación (como los walkie-talkie) que se necesitará en las operaciones clandestinas en un futuro próximo.” Según el jefe del MI6, una parte de aquel material podía ser entregada gratuitamente al Gladio belga mientras que otra parte tendría que ser comprada: “Ese equipamiento especializado podrá ser cedido o alquilado pero, en lo que se refiere al equipamiento más tradicional (como armas ligeras u otro material militar), yo sugiero que las tarifas sean objeto de negociaciones amistosas entre los servicios belgas y británicos”.
Aunque estaba de más decir que la creación del Gladio belga tenía que desarrollarse en el más absoluto secreto, al final de su carta, Menzies precisaba de todas formas: “Sé que es inútil recordarle a usted que este correo tiene que mantenerse altamente confidencial y no debe ser divulgado a terceros sin nuestros respectivos consentimientos previos”.
Alrededor de dos semanas después, Spaak respondió a Menzies con otra carta en la que se felicitaba por recibir la ayuda de los británicos, aunque indicaba que los estadunidenses también se habían acercado a las autoridades belgas sobre el mismo tema y que a él le parecía que era preferible que Washington y Londres arreglaran primero la cuestión entre sí. “Estoy enteramente de acuerdo”, escribía el primer ministro belga, “en que una colaboración entre los tres servicios (británicos, estadunidenses y belgas) sería extremadamente provechosa.” Consciente de la rivalidad existente entre la CIA y el MI6, Spaak agregaba: “Si uno de los dos servicios, el estadunidense o el belga, rechazara esta colaboración, los servicios belgas se verían en una situación extremadamente delicada y difícil. Por eso me parece que se impone la necesidad de negociaciones al más alto nivel entre Londres y Washington para zanjar esta cuestión”.
En Noruega, el jefe de los servicios secretos, Vilhelm Evang, fue simultáneamente el artífice de la fundación de la red stay-behind y de la creación de la primera agencia de inteligencia de ese país, el Norwegian Intelligence Service (NIS). Este graduado de ciencias, originario de Oslo, se había unido al pequeño núcleo encargado de la inteligencia en el seno del gobierno noruego exilado en Londres en 1942. Al regresar a su país, Evang, que había establecido excelentes relaciones con los británicos, fundó el NIS en 1946 y lo dirigió durante 20 años. Sus escritos nos informan que, en febrero de 1947, Evang se reunió con un oficial del MI6 británico cuyo nombre se ignora pero que estaba “bien relacionado con las altas esferas del ejército y la Defensa.
“Las inquietudes de los ingleses los han llevado a interesarse de cerca por las estrategias de defensa en los países bajo ocupación enemiga. Parece que Holanda, Francia y Bélgica han emprendido procesos de instalación de estructuras necesarias para un ejército clandestino.”
En la Suecia vecina, y supuestamente neutral, los británicos desempeñaron, con ayuda de la CIA, un papel preponderante en la formación de los dirigentes del Gladio local. Así lo reveló Reinhold Geijer, un exmilitar de carrera sueco reclutado en 1957 por la red Gladio local, quien dirigió una de sus divisiones regionales durante varias décadas. En 1996, Geijer, ya cerca de los 80 años, contó ante las cámaras del canal sueco TV 4 cómo los británicos lo habían entrenado en Inglaterra con vistas a la realización de acciones clandestinas. “En 1959, después de una escala en Londres, me fui directamente a una granja en el campo cerca de Eaton.
“Mi viaje se desarrollaba dentro de la más absoluta confidencialidad; yo utilizaba por ejemplo un pasaporte falso. Ni siquiera estaba autorizado a llamar por teléfono a mi esposa”, testimoniaba Geijer. “El objetivo de aquel entrenamiento era aprender a utilizar técnicas de buzones seguros para recibir y enviar mensajes secretos, y otros ejercicios al estilo de James Bond. Los británicos eran particularmente exigentes. A mí me parecía que aquello era exagerado.”
A finales de 1990, mientras seguían apareciendo ejércitos secretos por toda Europa occidental y los proyectores estaban enfocados hacia Inglaterra y el papel que ese país había desempeñado por debajo de la mesa, el gobierno de John Major se negaba obstinadamente a hablar del asunto. “Nosotros no hablamos de cuestiones vinculadas a la seguridad nacional”, respondían incansablemente los voceros ante las preguntas de los periodistas británicos. El Parlamento británico no vio la necesidad de abrir un debate público o una investigación oficial sobre el tema, actitud que –en el verano de 1992– inspiró al periodista Hugh O’Shaughnessy la siguiente crítica: “El silencio de Whitehall y la ausencia casi total de curiosidad por parte de los parlamentarios sobre un escándalo en el que Gran Bretaña está tan profundamente implicada resultan extraordinarios”.
La BBC se encargó de concluir: “El papel desempeñado desde Gran Bretaña en la creación de los ejércitos stay-behind a través de Europa [fue] fundamental”. En su edición nocturna del 4 de abril de 1991, la BBC puso énfasis en el aspecto criminal de los ejércitos secretos y señaló: “Cayó la máscara y cubría numerosos horrores”.
La BBC descubrió que, paralelamente a su función stay-behind, los ejércitos secretos habían desempeñado también una labor de manipulación política: “Al igual que la antigua espada, la historia del Gladio moderno es de doble filo.” El documental de la BBC planteaba toda una serie de interrogantes: “¿Era el Gladio, con sus reservas secretas de armas y de explosivos utilizados por sus inspiradores, [un instrumento] de subversión interna contra la izquierda? ¿Fueron los agentes del Gladio culpables de atentados terroristas?” Y ¿cuál fue exactamente el papel de Gran Bretaña? El parlamentario italiano Sergio de Julio declaraba ante las cámaras: “Nosotros tenemos pruebas que demuestran que, a partir de la creación del Gladio, hubo oficiales que fueron enviados a Inglaterra para entrenarse. Ellos estaban encargados de conformar los primeros núcleos de la organización Gladio. Ésa es la prueba de una, digamos, cooperación entre el Reino Unido e Italia”.
El periodista de la BBC Peter Marshall interrogaba después al general italiano Gerardo Serravalle, quien había dirigido el Gladio italiano entre 1971 y 1974, sobre el papel que habían desempeñado los británicos. Serravalle confirmó la existencia de una estrecha colaboración: “Yo invité [a los británicos] porque a nosotros nos habían invitado a visitar sus bases en Inglaterra –las infraestructuras stay-behind– así que yo les devolví la cortesía”. Marshall le preguntó entonces: “¿Dónde se encuentra el centro de la red británica?”. A lo que el general italiano respondió: “Lo siento pero no se lo diré porque eso constituye un secreto militar de su país”. El periodista británico hizo después una pregunta para la que podía razonablemente esperar una respuesta de parte del general italiano: “Pero, ¿se sentía usted impresionado por los británicos?” Serravalle respondió afirmativamente: “Sí, lo estábamos porque es (sic) muy eficaz, extremadamente bien organizado y había excelentes elementos”.
Un año después, la BBC se interesó nuevamente por el caso Gladio al transmitir una excelente serie de tres documentales de Allan Francovich dedicados a ese tema. No se trataba del primer trabajo de ese realizador, quien ya en 1980 había ganado el premio de la crítica internacional en el Festival de Berlín con su film On company business, donde revelaba el lado oscuro de la CIA. Después de su investigación sobre Gladio, Francovich rodó The maltese double cross, donde demostraba la existencia de puntos de contacto entre el desastre del vuelo 103 de la PanAm cerca de Lockerbie, en 1988, y la destrucción por error, aquel mismo año, de un avión de Irán Air por parte del navío estadunidense USS Vincennes. “Son muy pocos los que luchan incansablemente por la verdad, aunque ello implique ponerse en peligro ellos mismos, como hizo Francovich”, recordó Tam Dayell después de la muerte de su amigo, como resultado de una crisis cardiaca sufrida en oscuras circunstancias, en la zona de espera del aeropuerto de Houston, el 17 de abril de 1997.
Basados principalmente en entrevistas, los documentales que rodó Francovich para la BBC se dedicaban casi exclusivamente a las redes Gladio de Bélgica e Italia. Incluían testimonios de participantes tan importantes como Licio Gelli, jefe de la Logia P2; el activista de extrema derecha Vincenzo Vinciguerra; el juez veneciano y “descubridor” del Gladio, Felice Casson; el general Gerardo Serravalle, comandante del Gladio italiano; el senador Roger Lallemand, quien presidió la comisión investigadora del parlamento belga; Decimo Garau, exinstructor de la base del Gladio en Cerdeña; el exdirector de la CIA William Colby y Martial Lekeu, un exmiembro de la Gendarmería belga, por sólo citar unos cuantos.
“Todo el asunto del stay-behind no tenía, a mi modo de ver, otro objetivo que garantizar, en caso de que sucediese lo peor, si un partido comunista llegaba al poder, que hubiese agentes para avisarnos, para seguir de cerca los hechos e informarnos”, explicaba Ray Cline, director adjunto de la CIA desde 1962 hasta 1966, ante la cámara de Francovich. “Es probable que grupúsculos de extrema derecha hayan sido reclutados e integrados a la red stay-behind con el fin de poder prevenirnos si se preparaba una guerra. Desde esa óptica, la utilización de extremistas de derecha, con fines de inteligencia y no políticos, me parece que no plantea ningún problema”, proseguía Cline.
Al día siguiente, la prensa inglesa publicaba lo siguiente: “Era de esos escándalos de los que uno piensa que pueden derribar un gobierno, pero como la amnesia de los telespectadores es lo que es, no queda más que un cintillo en los periódicos al día siguiente”.
*Historiador suizo, especialista en relaciones internacionales contemporáneas. Se dedica a la enseñanza en la universidad de Basilea, Suiza
Haití, ¿el final del Estado?
Dios mío, qué solos se quedan los muertos…
Gustavo Adolfo Bécquer
La historia consigna una amplia variedad de hechos, sin embargo, cuando éstos concurren y coinciden en un mismo espacio y tiempo, tenemos a la vista un acontecimiento. En efecto, éste va acompañado de alteraciones a la cotidianidad y entra en profunda contradicción con lo establecido, por lo que, al acontecer, carece de la posibilidad de encuadrarlo dentro de un futuro previsible, pese a tener evidentes antecedentes, por lo que el carácter inesperado del acontecimiento precipita al cambio, que opera dentro de un enorme margen de incertidumbre. Tal es el caso de los desastres naturales, después de los cuales hay que definir con claridad un antes y un después.
Si vemos a Haití en sucesión de acontecimientos, tendríamos a una nación que logró su independencia mucho antes que los países del continente, con un agravante claro: la independencia no se tradujo en libertad de la población, pues rápidamente las elites que se habían independizado de Francia encontraron la necesidad de mantener el régimen de plantaciones, lo que operó como una gran contradicción, pues la expectativa para las personas, que habían sido llevadas por los negreros de África en calidad de esclavos para trabajar las plantaciones, se encontraron de inmediato con que lo ocurrido era tan sólo un cambio de manos; ahora tendrían que seguir bajo las disposiciones de la nueva oligarquía criolla, por lo que el factor de resistencia operó de inmediato y muchos negros huyeron a las montañas.
El siglo XX no alteró esta situación, sino que la agudizó. Con el apoyo de Estados Unidos y del ejército local se impuso en 1957 al doctor François Duvalier, quien rápidamente adoptó el nombre de Papa Doc. En él se concentró el poder gracias al conocimiento de las prácticas de vudú, que es una tradición animista de los pueblos africanos, y el ejército fue sustituido por núcleos de hombres de confianza del dictador como instrumento de control de la población mediante los llamados tontón macutes, que sembraron el terror entre la población opositora, la cual no tuvo más opción que la muerte o el destierro.
El dominio de Duvalier fue vitalicio. A su muerte, en 1971, llegó el momento en el que su hijo Jean Claude de 19 años sustituyó en el puesto a su padre, recibiendo el nombre de Baby Doc, quien se proclamó por igual presidente vitalicio bajo los mismos auspicios. En medio de la miseria generalizada de su pueblo, acumuló, como su padre, una enorme fortuna que trasladó al exterior, hasta que tanto por la enorme presión internacional como por la creciente oposición interna, no le quedó más remedio que huir en 1986, dejando al país en medio del caos y la miseria.
Este hecho derivó en una situación insostenible para el Estado. Hasta 1990 se celebraron las primeras elecciones después de más de tres décadas de dictadura y del sacrificio de varias generaciones. Ganó Jean Bertrand Aristide, un sacerdote que, al buscar cambiar mandos militares, obtuvo como respuesta un golpe de Estado, lo que sin duda tuvo como respuesta inmediata la sanción internacional.
La corrupción de estas fuerzas armadas y sus vínculos visibles con el narcotráfico terminaron por derivar en el justificante estadunidense para la intervención que se produjo en 1994, restableciendo en el poder a Aristide, que hizo poco por cumplir la aspiración democrática, pues como afirmó Karl Popper: “La democracia es producto del bienestar, pues en ningún caso miseria y corrupción han sido la base de asentamiento de la democracia, sino del autoritarismo, que tiene como expresión la sociedad cerrada”.
En las elecciones de 1995, un hombre próximo al presidente Aristide ganó la elección; recayó el cargo en René Preval. Desde entonces, este binomio controla la nación haitiana pese a las rebeliones populares y a la desaparición del ejército nacional por sus antecedentes, siendo las más significativas las de 2001 y 2006, donde en el último caso se planteó la posibilidad de dividir Haití en dos repúblicas independientes.
Desde entonces, las fuerzas de la Organización de las Naciones Unidas, con una fuerte participación estadunidense, controlan el país y son la base de sustento del régimen, mismo que al momento del reciente terremoto ha demostrado su ineficiencia y se ha producido la condición que Estados Unidos esperaba: la ocupación plena del territorio haitiano bajo el argumento de razones humanitarias que nadie parece poner en tela de duda; mientras que la gran prensa se muestra con una clara vocación de exhibir con morbo al mundo la tragedia, al tiempo que sátrapas como Clinton y George Bush junior con sus caras sonrientes piden la solidaridad de las corporaciones y de la sociedad internacional para distribuir una “ayuda” de la cual no tienen los medios para distribuirla entre los millones de damnificados.
El gran negocio ha comenzado en el mundo. Los rostros de los agónicos y heridos que han perdido todo dentro de su miseria servirán de base para fincar la riqueza de los menos a nombre de la pobreza extrema de este pueblo, al que por la magnitud de la tragedia requiere al menos de una asistencia mínima de una década para volver a la situación previa al desastre, cuestión en la que no reparan ni las potencias ni los medios oficiosos que pronto dejarán olvidados a los haitianos cuando otra tragedia próxima en otro espacio surja y el morbo los haga volver a proyectar el dolor, la rabia y la impotencia entre los gritos y discursos de siempre con la oferta concentrada en lo inmediato, que sabemos no incluye a todos.
El futuro de Haití es previsible. Agotada su oferta institucional, con un gobierno sin capacidad de dar respuesta a las demandas más inmediatas; con una intervención permanente; con el hambre y la desesperación en las calles, las revueltas se multiplicarán y la represión se dejará sentir. Al tiempo que las viejas fuerzas que antes dominaron intentarán volver. De esta manera, el espacio haitiano no tiene condiciones para la más mínima representación legítima. La fuerza bruta será el lenguaje que pronto se manifestará a plenitud.
La migración masiva con sus consecuencias hará sentir sus efectos en el Caribe, comenzando con su vecino (República Dominicana), con quien mantiene conflictos histórico-fronterizos y de diversa índole, que se han de agudizar. La incapacidad de gestión estatal se ha de traducir en ingobernabilidad; los países de la región y Estados Unidos serán incapaces de albergar en su territorio a estas masas de desposeídos. Frente a ello, el Estado carecerá de base que justifique su existencia al no proporcionar seguridad y medios de vida a sus habitantes.
En tragedias semejantes, Nicaragua, con el gran terremoto que hizo desaparecer Managua en 1974, sentó las bases para la unidad del pueblo contra la dictadura de los Somoza, y en 1979 caería el oprobioso régimen con el triunfo del sandinismo. En México, en 1985, tendría la mejor réplica contra el régimen priista en 1988, y no lograría desprenderse la ciudad de México de su control político sino hasta 1997. En sí, estas tragedias han movido más que la corteza terrestre: han sido las pregoneras de cambios impresionantes.
El caso de Haití es diferente. La alternancia del binomio Aristide-Preval está agotada, pues no es una propuesta democrática, sino la creación de dos testaferros que no pueden ocultar sus vínculos con Washington. Los “grandes”, como se conoce a las mafias del antiguo régimen, no representan ninguna opción que vaya más allá de retornar a los sátrapas. La opción militar carece de bases, pues no hay un ejército constituido, y los exmilitares sólo irían por sus cuotas de corrupción y sus vínculos con las mafias del narcotráfico. La iglesia católica, de la cual es producto Aristide, tiene que reconocer que en Haití el 80 por ciento es católico, el 20 por ciento de otras religiones, pero el ciento por ciento es seguidor del Vudú, y esta creencia arraigada en la cultura ha sido ofendida en el momento en que los cuerpos de las víctimas han sido arrojados a fosas comunes sin ningún ritual, lo que constituye un verdadero sacrilegio por parte de las fuerzas internacionales encargadas del rescate de las víctimas.
Es ahí donde la revolución no da espacio para surgir y el proyecto alternativo no existe aún, por lo que sólo queda una reflexión final: ¿cuando el mundo encuentre desastres semejantes y el límite ecológico sea el factor que frene de golpe la voracidad del gran capital, qué nuevo orden podrá derivarse a nivel mundial para lograr al menos la sobrevivencia de la especie humana?
*Catedrático de la UAM Iztapalapa experto en seguridad nacional y fuerzas armadas; doctor en sociología por la UNAM, y especialista en América Latina por la universidad de Pittsburgh
El petróleo detrás de la nueva guerra contra Yemen
Podemos dividir el contencioso que se despliega en Yemen –muy anunciado por el centro de pensamiento británico Chatham House– en tres planos: el local, el regional y el global.
Sucintamente comentamos que en el plano local se desarrollan tres guerras simultáneas que son susceptibles de balcanizar y vulcanizar al gobierno central de Yemen que sufre poderosas fuerzas centrífugas:
1. Una guerra teológica en el norte entre sunnitas (apoyados por Arabia Saudita, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos) y los chiítas (apuntalados por Irán).
2. Una guerra separatista en el superestratégico sur, pletórico en petróleo, y donde resaltan dos puntos muy sensibles: la isla Socotra y el Estrecho de Bab Al-Mandab –un punto de estrangulamiento (“chokepoint”) a los dos lados de Yemen y Somalia donde transitan 3.5 millones de barriles al día y cuya obstrucción afectaría el precio del petróleo.
3. La aparición fantasmagórica de 200 “terroristas jihadistas-salafistas” de Al-Qaeda (“Al-CIA”, para los lectores de Contralínea) en la zona montañosa del sur y que han puesto de cabeza, a su decir, a la tripleta israelí anglosajona.
Es evidente que, dependiendo del plano aludido en forma local, se afecte el nivel regional –desde el Cuerno de África (Somalia, Kenia, Etiopía, Yibuti, Eritrea y la costa de Sudán en el Mar Rojo), pasando por toda la Península Arábiga (primordialmente Arabia Saudita y Omán) hasta el norte del Golfo Pérsico (Irán, Kuwait e Irak)–, ya no se diga el nivel global (léase, geoestratégico), en el que nos detendremos brevemente.
En el plano global, desde 1979 (coincidentemente fecha de la revolución chiíta iraní), el teórico fundamentalista israelí británico Bernard Lewis lanzó el concepto de “arco de la crisis”, que va desde el subcontinente indio, pasa por el Medio Oriente y llega hasta el Cuerno de África. Cabe señalar que el estado de salud mental del israelí británico Bernard Lewis deja mucho que desear: aseguró hace algunos años que en una fecha específica Irán lanzaría sus bombas nucleares (que no posee) contra Israel (lo cual tampoco sucedió).
El objetivo principal del “arco de la crisis” –de confesión propia, ya no se diga por sus obscenos actos, de sus teóricos en Israel, Estados Unidos y Gran Bretaña– radica en controlar alrededor del 80 por ciento de los hidrocarburos del planeta que ubican en su seno.
El corazón del incendiado “arco de la crisis” lo representa Irán: la segunda reserva de gas en el mundo y exquisitamente ubicado en línea vertical, entre el Mar Caspio (la tercera reserva de hidrocarburos del planeta) y el superestratégico Golfo Pérsico (otro “punto de estrangulamiento” donde atraviesa alrededor del 40 por ciento del petróleo mundial, dirigido primordialmente al noreste asiático: China, Japón y Sud-Corea) y, en forma horizontal, con fronteras incandescentes tanto en Afganistán y Pakistán como en Irak.
Treinta años después del alumbramiento y la iluminación del “arco de la crisis”, el objetivo del control de sus hidrocarburos es el mismo, pero ha variado su rival, que ahora es China.
En efecto, asistimos a una genuina “guerra geoenergética” que no se atreve a pronunciar su nombre entre Estados Unidos y China: los dos principales consumidores (y contaminadores) del mundo.
“Controlar” los hidrocarburos en el “arco de la crisis” por Estados Unidos (y sus aliados de Gran Bretaña e Israel) no necesariamente significa su posesión catastral (desde la exploración hasta su producción); consiste también en impedir que China consiga su acceso (como propietario o accionario) o el libre tránsito de su abastecimiento desde los “puntos de estrangulamiento” del Estrecho de Bal Al-Mandab, el Golfo Pérsico y el Estrecho de Málaca (entre Malasia e Indonesia y que coincidentemente Al-Qaeda ha bautizado como su “segundo frente”).
Frente a los colosales obstáculos montados en los “mares calientes” (básicamente el Océano Índico) y en sus “estrechos” geográficos (los puntos de estrangulamiento) por Estados Unidos (y sus aliados de Gran Bretaña e Israel), China ha optado por buscar otras fuentes alternas: primordialmente en Asia Central, donde recientemente ha descolgado relevantes contratos de abastecimiento en Turkmenistán, Kazajstán y Uzbekistán, ya no se diga con el “Lejano Oriente Ruso”, así como en África y hasta Venezuela y Brasil.
La jugada es muy clara, así como el reparto de roles: Estados Unidos aprovecha su impresionante poderío naval en el Océano Índico, mientras China, relativamente cercada en su tránsito marítimo, se protege continentalmente en la región centroasiática mediante el Grupo de Shanghai (la alianza geoestratégica que forjó con Rusia y otros países islámicos centroasiáticos).
Se trata de la misma “guerra multidimensional” con dos estrategias y dimensiones diferentes: Estados Unidos emplea a fondo su poderío militar para dañar a China en el “arco de la crisis” y en la “línea Brzezinski”, mientras China juega a la “guerra geoeconómica” y recientemente a la “guerra geofinanciera” (dotada de las mayores reservas de divisas).
Así las cosas, asistimos de facto a una “guerra geoenergética” entre los paralelos 20 y 40, que hemos denominado la “línea Brzezinski” y que en forma horizontal va de la costa oriental del Mar Mediterráneo (Gaza, Líbano y Siria), atraviesa el corazón del “arco de la crisis” (Irán, al unísono de Irak) y alcanza Afganistán, Pakistán y Cachemira (y recientemente India, como quedó plasmado con los diversos atentados en Bombay).
Por el despliegue de las guerras de Baby Bush, que parece avalar Obama (totalmente secuestrado por el “complejo-militar-industrial”), la “línea Brzezinski” se entrecruza con el “arco de la crisis” de Bernard Lewis, lo que explica el incendio (relativamente reciente) de Somalia y Yemen, así como su nada improbable propagación bélica a su “periferia inmediata”: Sudán (con pletóricas reservas de petróleo), Omán y Arabia Saudita (la primera reserva mundial de petróleo).
Justamente el petróleo de Yemen sintetiza las tres diferentes guerras “locales” que libran en sus entrañas, pero con profundas ramificaciones y repercusiones tanto regionales (la primacía de Irán y Arabia Saudita: relevantes productores de hidrocarburos) como globales (geoestratégicas), cuando pueden afectar palmaria y primariamente a China.
Después de analizar la relevancia estratégica de Yemen en el Estrecho de Bab Al-Mandab (que en árabe significa “la puerta de las lágrimas”), a sus importantes vecinos y la militarización de Bab Al-Mandab por el Pentágono, Pepe Escobar de Asia Times (13 de enero de 2010), residente en las afueras de Washington, expone “la visión de Washington” sobre las pletóricas reservas de crudo del nuevo frente de Obama: “En Yemen, cerca de Arabia Saudita, existe el potencial de reservas de petróleo en Masila y Shabwa, que en un futuro no muy distante pueden caer gratamente bajo el cobijo de las trasnacionales petroleras de Estados Unidos”.
Escobar revela, como si no se supiera, que “la producción actual de Yemen se encuentra crucialmente en el sur” (léase, donde se libran dos guerras: una secesionista, muy real y con nada descabelladas probabilidades de triunfo, y otra de Al-Qaeda, muy inflada a conveniencia por los multimedia israelí anglosajones). Los mismos servicios de inteligencia de Estados Unidos admiten que los jihadistas-salafistas de Al-Qaeda difícilmente alcanzan el magro número de 200.
Explaya que la estrategia del Pentágono (técnicamente conocida como Control de Espectro Total) aplicada a Yemen puede, como siempre, consistir en contener la importación del petróleo de China (6 por ciento de su total) de Puerto Sudán en el Mar Rojo, justo al norte del estrecho de Bal Al-Mandab.
Considera que “aunque Estados Unidos controle eventualmente el Puerto de Aden, la entrada de Asia a través del Océano Índico, China desplegará su estrategia compleja para evitar los puntos de estrangulamiento como el Estrecho de Ormuz (en el Golfo Pérsico), el Estrecho de Málaca o el Estrecho de Bab Al-Mandab”.
A juicio de Escobar, el Control de Espectro Total del Pentágono consiste en “amenazar el cese de flujos energéticos no solamente a China, sino también a la Unión Europea o cualquier país importante que se atraviese en el camino de los hacedores de la política de Washington. Y se puede tratar de Arabia Saudita como de China, ya que las exportaciones del petróleo saudita deben cruzar el Estrecho de Bab Al-Mandab. Los llamados intereses en Yemen significan un gráfico de advertencia a la Casa de los Saud: no se atrevan a comerciar su petróleo en euros o en una canasta de divisas que incluyan al yuan chino”.
Aduce que tal estrategia del Pentágono implica “aislar a Irán” en la confrontación de sunnitas contra chiítas que paulatinamente contamina y mina los dos lados de la Península Arábiga y colisiona a Irán contra Arabia Saudita.
Concluye que “los vencedores serían el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia y el Mossad (los servicios de espionaje de Israel), mientras los perdedores deberán ser China, Rusia e Irán”, de acuerdo con el escenario del Control de Espectro Total del Pentágono, mediante el cual se pretende “recargar el imperio estadunidense”.
¿La resurrección de Estados Unidos (y, de paso, de Gran Bretaña e Israel) pasa por la destrucción del resto del planeta, en particular, de dos gigantes como Rusia y China y , en general, de los países que se ubican en el cruce del “arco de la crisis” y de la “línea Brzezinski”?¿No es exagerado y catabólicamente alto el costo?
¿Cuál será la réplica de Rusia y China?